❝ Capitulo Veinticinco ❞

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—¡Yoongi!

Jimin no estaba preparado para atraparlo, pero hizo su mejor esfuerzo, estirándose para alcanzar su costado antes de que se cayera. Lo ayudó a deslizarse al piso, siempre consiente del cuchillo. No quería moverlo y lastimarlo más.

Una vez que estuvo acostado en el piso, la cabeza en su regazo, trató de revisar su herida. Se hizo a un lado para levantar su kilt.

Oh Señor.

La herida podría haberlo preocupado menos si hubiera sangrado más. Pero no era un corte superficial. Los trece centímetros del cuchillo habían sido enterrados en su muslo. Hasta el tope.
Y si no fuera por Yoongi, el mismo cuchillo podría haber estado enterrado en su garganta.

—Yoongi, Yoongi ¿me escuchas?

Sus parpados se movieron.

—¿Mo chridhe?

—Si. Si, Yoongi. Soy yo. —Alejó el cabello de su frente—. Quédate quieto mi amor. Vamos a curarte de inmediato.

Entonces sus ojos se pusieron en blanco y el agarre en su mano se aflojó.

—¡Oh Señor. Oh Señor.

Encontró su pulso con las puntas de los dedos. Siempre que siguiera latiendo, podía decirse que todo estaría bien.

—¿Qué pasó? —Jake vino a sentarse junto a él, ahora ignorante del caos que había causado—. ¿Han herido al capitán?

—Estará bien —dijo Jimin, necesitando convencerse tanto como necesitaba convencerlo a él—. No te preocupes Jake. Va a estar bien.

—Ha salido de peores, es un guerrero. —Sonrió un poco, entonces levantó la mirada hacia él—. ¿Quién eres tú?

—Soy Jimin. El enamorado que le enviaba cartas, ¿recuerdas? Ahora soy su esposo. Soy… —Una lagrima caliente se derramó por su mejilla—. Soy Jimin de Min.

Jimin solo deseaba que Yoongi pudiera escucharlo decirlo.

Jake miró de él a Yoongi y de regreso. Se rio y golpeó a Yoongi en el hombro.

—Min, eres un bastardo afortunado.

Los otros hombres llegaron corriendo, sin duda por el ruido de la mesa volcándose.

—Ayúdalo por favor —dijo Jimin, divisando al cirujano—. Esta herido.

Namjoon se arrodilló a su lado.

—No voy a saber que tan malo es hasta que quite el cuchillo. Y no puedo quitarlo hasta asegurarme de que se queda quieto. Tiene un par de costillas rotas. Demasiado movimiento y uno de esos extremos podría perforar su pulmón.
—Miró a Jimin—. ¿Tienes algún opiáceo en la casa?

Él asintió.

—Claro que sí. Mi tía tiene cerca de veinte brebajes diferentes y tónicos milagro que ordena de las revistas. Apuesto a que todos son láudano principalmente.

—Ve y tráelos entonces.

Él asintió y se preparó para levantarse.

La mano de Yoongi apretó un puñado de su pantalón.

—No —murmuro—. Na tréig mi.

Su corazón se apretó.

—No puedo dejarlo.

—Voy a ir a conseguir las medicinas —dijo Hoseok.

—En el vestidor de mi tía —dijo él—. Sube dos tramos de escaleras, la cuarta puerta en el corredor oeste.

Mo chridhe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora