❝ Capitulo Veintiseis ❞

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En un instante, Jimin sintió tensarse el cuerpo de Yoongi. Su corazón aceleró el ritmo.

—No es lo que crees —dijo Yoongi.

—No había formado ninguna idea.

—Tuve esas cartas. Lo hice. Las recibí todas, las leí una y otra vez.

—Sé que lo hiciste.

—Y entonces después de la última, cuando me dabas por muerto…—maldijo bajo su aliento—. Me enojé tanto, las quemé todas en una fogata una noche. Todas excepto una.

—Así que cuando sacaste una de esas cartas de tu bolsillo para leerla…

—Estaba recitándola de memoria. Las recordaba en mi corazón. Sin importar cuánto traté de olvidarte, nunca pude sacarte de mi corazón.

Jimin lo abrazó gentilmente.

—Yoongi. Esa es la cosa más estúpida y dulce que he escuchado.

—Que puedo decir. Yo…

—Eres dulzura. Pura dulzura.

—Iba a decir que estoy enamorado de ti, pero supongo que no es tan diferente.

Yoongi atrapó sus manos, y sus dedos se entrelazaron juntos en un nudo apretado en su pecho.

—Primera regla del amor: no entres en pánico.

—¿Cuál es la segunda regla? Creo que mejor pasamos a esa.

Jimin levanto la cabeza y le dio una sonrisa malvada.

—No darle vueltas.

Jimin acababa de mover el cuello para darle un profundo, beso apasionado, cuando un golpe sonó en la puerta.

—¿Joven Min? ¿Está ahí?

Yoongi besó la cima de su cabeza.

—Me gusta escucharla llamarte así.

—A mí también. —Jimin apoyó la barbilla en su pecho y le sonrió—.
Supongo que tengo que ir a responder.

—No te molestes. —Yoongi elevó la voz—. Adelante.

Con un pequeño chillido de alarma, Jimin se movió para levantarse de la cama.

Él brazo de él se apretó a su alrededor.

—Quédate justo donde estás. Es difícilmente la última vez que los sirvientes nos encontrarán en la cama juntos. Ella podría también acostumbrarse.

—Yo soy el que va a tener que acostumbrarse. —Jimin sintió un rubor ya subiendo por su garganta. Pero no se movió.

Si Yoongi lo quería a su lado, ahí es donde se quedaría.

Siempre.

Cuando la doncella entró, Jimin permaneció acurrucado a lado de Yoongi.

—¿Qué pasa Taeri?

Para su crédito, la doncella lo tomó bien.

—Yo… siento molestarlo Joven, pero tiene una visita.

—¿Una visita?

—Sí, Joven Min. Y es un hombre.

—¿Un hombre? —Enderezándose en su codo, Jimin intercambió una mirada sorprendida con Yoongi—. ¿Esperas a alguien?

—No a menos que tú lo hagas.

—¿Dio el caballero su nombre? —le preguntó a Taeri.

La doncella negó con la cabeza.

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