❝ Capitulo Veinticuatro ❞

1.7K 315 44
                                    

Por la mañana, Yoongi se despertó solo.

Tuvo un momento de soñoliento e irrazonable pánico… hasta que encontró una nota sobre la almohada a su lado.


“Mi queridísimo Capitán MinDormilón,  Perdóname. No quería perturbar tu bien merecido descanso. Cuando despiertes, tu desayuno estará esperando en el piso de abajo. “

Tu amado esposo 

Usando una camiseta, pantalones sueltos y una descarada sonrisa, entró en el salón. Sus hombres se sentaron reunidos en torno a la larga mesa.

Yoongi aclaró su garganta.

—Buenos días.

Todas las cabezas giraron para mirarlo de frente. Lo consideraron en silencio por un momento. Y luego, al mismo tiempo, se levantaron sobre sus pies y rompieron en un aplauso espontáneo.

—Hurrah.

—¡Por fin!

—Entonces, saluda al público.

Yoongi acabó con una seña las burlas, pero no pudo atreverse a detener el regocijo. Sabía que esto también era un símbolo de suerte para ellos. Ahora Lannair era realmente el hogar. Para todos ellos. Eso era algo para celebrar.

Miró alrededor del Alto Salón con una nueva perspectiva, teniendo en cuenta cualquier nueva grieta en el yeso que necesitara arreglo, cualquier parte del revestimiento de madera que se hubiera opacado con el tiempo. Los hombres iban bien encaminados en terminar sus propias cabañas. A partir de hoy, Yoongi  podía volver su atención a hacer de este castillo un hogar.

Tendría que hacer algo acerca de esa empinada escalera antes de que cualquier niño viniera.

El mero pensamiento de la paternidad era vertiginoso, en todas las mejores y peores maneras.

—Te tardaste bastante, pero supongo que valió la pena esperar. —Hoseok se adelantó y lo golpeó en el hombro—. Buen trabajo, Capitán. Y justo a tiempo. Después de lo de anoche, Jiung puso su vista en una de las muchachas de la aldea. Ahora la puede cortejar apropiadamente.

El rostro de Jiung se llenó de color.

—No estoy cortejando a ninguna de las muchachas.

—Vi cómo la mirabas, todo ojos tontos. Le doy una semana.

Yoongi había soportado las bromas con buen humor, pero no podía ignorar la preocupación persistente en sus entrañas por más tiempo.

—¿Han visto a mi esposo? —preguntó.

—El señor Min está en la cocina. —Namjoon le lanzó un guiño antes de reintegrarse a los planes.

¿La cocina?

Desconcertado, Yoongi hizo su camino a la antigua cocina del castillo, con sus techos altos e inmensa chimenea.
Incluso antes de que hubiera entrado en la habitación, un aroma conocido lo asaltó… un agudo sabor metálico. Rodeó la puerta de entrada para encontrar una escena que lo detuvo en seco.

Jimin estaba de pie en el centro de la habitación, llevando una expresión lamentable y un delantal manchado con sangre.

—Buen Dios, Jimin, estás…

—¡Estoy bien! —se apresuró a asegurarle—. Nada de eso es mío. Estoy bien.

—¿Qué diablos pasó? ¿Alguien ha sido asesinado?

—No. —Con su muñeca, limpió su frente y luego desplazó un terco mechón de cabello con un soplo de aire—. Estoy haciendo haggis. Jake está ayudando.

Mo chridhe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora