De hijos y asesinos

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Especial de Charlie 2.

Pasa una semana de constantes llamadas con mis padres, arreglando la casa, yendo a trabajar como si nada pasara y mirando fijamente fotografías familiares de los últimos años intentando darle algún tipo de sentido a mis recuerdos borrosos. Son siete días infernales de incontable espera y llamadas a números de teléfono que no conectan con la desesperación en el pecho por alguna noticia concreta sobre Bella. Es saber, pero no saber. El estúpido gato en la caja que está muerto, pero no está muerto y solo lo sabrás si ALGUIEN CONTESTARA EL MALDITO TELÉFONO.

Cuando suena el timbre de la casa durante el desayuno, dos días después de la llegada de mis padres a casa apenas siento que respire. Mi madre y mi padre están empezado con los sorbos de su segunda taza de café, no pienso mucho en ello al principio he recibido visitas de mis compañeros de la comisaria en los últimos días y he dejado de abalanzarme a la puerta cada vez que suena esperando por personas que no han aparecido.

Sin embargo, cuando abro esta vez hay un rostro ceniciento y ojos dorados. Edward de pie en el pórtico está solo.

La caja se abre.

El gato está muerto.

—¿Quién está en la puerta? —Pregunta mamá mirando en la dirección de la entrada con una mirada vagamente curiosa (Le agradan mis compañeros de la comisaria, pero le divierte demasiado burlarse de ellos).

Abro aún más e ignoro como Edward parece congelado, ojos muy abiertos mirando entre yo y el interior de la casa probablemente llegando a las conclusiones correctas. Lo hago pasar en silencio, demasiado consiente de lo fría de su piel cuando pasa junto a mí y de lo antinatural de su postura (Edward me da lo que solo podría describirse como una mirada aterrorizada). Lo guio al comedor ignorándolo firmemente todo el camino por muy corto que sea.

—Mamá, papá—Edward clava sus ojos en mi padre de inmediato. —Este es Edward Cullen, el esposo de Bella—Cullen no dice nada por un grande momento, aún no aparta sus ojos de mi padre como si no supiera que hacer con él.

—Oh—Mamá dice poniéndose de pie ayudada con su bastón, su esposo en su eterno amor incondicional apoya su mano en su espalda para que no se desestabilice por el movimiento—Te estábamos esperando ¿Gustas una taza de café? —Edward abre la boca, los ojos de "El ángel rojo" se estrechan con algo peligroso cuando siente venir una negativa a su educada ofrenda. —Cuidaría de no negarme ahora mismo muchacho—Ella amenaza antes de que cualquier sonido salga de él.

Edward inclina la cabeza sumisamente mostrando más instintos de autoconservación de los que le di crédito. —Si señora, por favor—Mi madre encantada aplaude y se dirige a la cocina para buscar una taza nueva.

—Bienvenido entonces—Marcus Swan dice ofreciéndole un asiento a Edward en la mesa justo frente a él, el esposo de mi hija vacila, pero lo toma con rigidez.

—Gracias por recibirme—Edward contesta perfectamente educado.

—Lamento no habernos conocido antes, me temo que estábamos un poco... olvidadizos. —Es un término usado a la ligera y Edward parece notarlo por la forma en que incluso sus patrones de respiración parecen interrumpirse durante demasiados segundos—Con gusto hubiéramos asistido a la boda si hubiéramos recordado que teníamos un hijo o una nieta en primer lugar—La redacción es a propósito. Edward mira intensamente entre nosotros tres luciendo muy fuera de lugar.

Habíamos discutido como se tomaría este asunto ante la llegada inevitable de Edward Cullen, habíamos peleado por quien hablaría y quien diría que, mis padres querían recibirlo con sutiles amenazas y mi arma sobre la mesa, yo solo pedí una cosa: sin mentiras ni secretos. Tomaría nada más que la verdad tal como era porque no soportaría nada más, ellos podían hacer el interrogatorio como más les gustara mientras que Edward respondiera.

No puedo perderte (EdwardxJacob)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora