Capítulo 83: Los recuerdos sellados

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- Fui cuidada por mi familia actual desde entonces. 

A pesar de no saber cuánto tiempo había transcurrido, a decir verdad, dentro de ese mismo período de tiempo, en verdad había encontrado los desacuerdos que mis sentimientos internos marcaban como una molestia.

Después de todo, el hecho de que la madre que me había dado a luz me hubiese abandonado era más que suficiente para hacerme creer firmemente que no valía nada, y la filosofía que se había engendrado había logrado fabricar una barrera que protegía mi corazón. 

No tenía salida porque no valía nada.

No tenía ninguna alternativa porque no tenía ningún propósito.

Sólo a través de esas formas de pensar pude engañarme a mí misma de la envidia y los celos que sentía hacia los demás.

Sin embargo, los padres y hermana que habían aparecido repentinamente me dijeron que me necesitaban. 

Por lo tanto, me sorprendió, estaba desconcertada.

¿Quién no lo estaría? Yo, alguien que se suponía que era completamente insignificante, de repente fui necesitada.

Al principio, tenía mis dudas. A pesar de decir lo contrario, tarde o temprano me echarían de todos modos.

Pero con el paso del tiempo, poco a poco me di cuenta de que el único que pensaba eso era yo.

Sin embargo, en el transcurso de la comprensión acerca de este punto que fue poco a poco asimilado, tal vez debería decir que era la distancia sutil entre mi familia y yo. La rígida relación entre nosotros había empezado a disminuir.

Pera ser específicos, probablemente ocurrió cuando llamé a mi padre "Papá", cuando llamé a mi madre, "Mamá"

- Recordé que era mayo, durante el Día de la Madre. 

Con un dinero que no había gastado, corrí hacia la tienda de flores en frente de la estación por mí misma y compré un ramo de claveles. 

En la noche de ese día, después de cenar, le di las flores a mi madre como un regalo, dudando antes de decirle: "Gracias, mamá".

A pesar de que se quedó sorprendida por un tiempo, las lágrimas pronto brillaron en sus ojos, y ella me abrazó tiernamente.

Ese remolino de emociones era en verdad demasiado suave, demasiado cálido, demasiado tierno. Cuando me di cuenta, en mis mejillas ya estaban cayendo lágrimas.

Mi padre, que había presenciado la escena, también sonrió con deleite, acariciándome la cabeza con calma.

Siguiendo de cerca, viendo a mi madre y a mí llorar juntas, mi hermana gritó mientras corría hacia nosotras para abrazarnos, mi yo sin saber si era feliz o graciosa, sólo sabiendo que mi rostro estaba bañado en lágrimas y que estaba riendo alegremente.

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Kotori: Bueno, ¿Ya terminaste con tus preparativos, Natsu?

Natsu: ...

Kotori: ¿Natsu...? ¡¿Me estás escuchando?!

Natsu: ¿Nn...? ¿Decías algo, Kotori?

Natsu salió de aquel trance, sintiéndose nostálgico y triste por alguna razón, inclinando la cabeza con confusión tras ver a Kotori arqueando las cejas.

Kotori: Eres en serio un idiota... te necesito más serio Flamitas. Tú sabes con quién estarás lidiando hoy, ¿verdad?

Natsu: Sí, sí... no te preocupes, todo saldrá bien.

Natsu Dragneel en Date A LiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora