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Jungwon • enhypen parte dos

Años más tarde...

-¿Estás listas para tu primer día?

-Abuela, es mi segundo año. No voy a ser la nueva.

-Igual uno puede sentirse nervioso, cariño -la pelirroja rió con ternura y beso la mejilla de su dulce abuela, agradeciéndole por haberle invitado a desayunar.

-Me voy. Vuelvo en la noche para cenar contigo. La verdad es que te extraño muchísimo, y vivir mucho tiempo sin probar tu comida es una tortura -la mujer mayor se rió en respuesta y también besó la mejilla de su adorada nieta.

Desde que _____ entró a la universidad había abandonado la casa de su abuela y se había mudado a uno de los dormitorios de su facultad. Sabía que realmente no había sido necesario que lo hiciera, la universidad le quedaba a menos de 10 minutos de su casa y podía ir todos los días sin problema en autobús, pero la decisión ya estaba tomada y dió comienzo a su vida independiente, como la mujer adulta que estaba próxima a convertirse. Estaba retándose así misma, el saber de lo que era capaz sin ayuda de nadie más la intrigaba, y admitia que a veces era demasiado del asco y solo quería retractarse y refugiarse en los brazos de su abuela, pero había sabido controlar todo a la perfección, y aunque tenía altibajos y quería mandar todo a la mierda la mayor parte del tiempo, no era una opción rendirse.

No iba a decepcionar a su abuela, la que dio todo por ella desde que era una niña, se lo había prometido a si misma cuando dió el primer paso fuera del que fue su hogar por más de 15 años.

-Está bien, mi cielo. Yo también te echo mucho de menos, voy a preparar lo que más te gusta.

-Gracias abuela.

_____ se despidió por última vez de su abuela y salió de su antiguo hogar, yendo directo a la parada de autobuses. Tenía que regresar a su dormitorio para bañarse y arreglarse para la cena que tendría en la noche con su abuela Hyemin. Sabía que no habría ningún problema si invitaba a su amiga Rosé, seguramente ella aceptaría más que encantada, amaba demasiado la comida casera y como ella ni Rosé aún no aprendían a cocinar bien, vivían a base de fideos instantáneos y comida empaquetada de las tiendas de conveniencia. Probar comida decente después de muchos largos meses sería una bendición para sus estómagos.

Mañana iniciaba el tercer semestre en la universidad y debía admitir que estaba un poco nerviosa. Tenía la sensación de que algo iba a ocurrir, pero no sabía lo que era. Solo lo sentía. Era extraño, tenía mucho tiempo que no se sentía así de ansiosa desde la vez que...

"Desde que él se fue..."

Sacudió la cabeza, tratando de no pensar en cosas que podían alterar su buen estado de ánimo. Ya habían pasado dos años desde ese suceso, ya era momento de que lo superara y aceptara de una vez por todas que él nunca iba a volver.

"¿Aún recordará a la chica extrovertida que lo tiró al suelo cuando se conocieron?"

Fueron años de amistad, ¿cómo podía olvidarla así de fácil y rápido? Había prometido llamar, escribirle, pero él nunca lo había hecho. Había desaparecido y nunca más volvió a tener noticias de el. Ni de su familia. Era como si la tierra se los hubiera tragado y enviado al abismo.

Intentó comunicarse, escribiéndole día y noche, largas noches de desvelo esperando una respuesta, algún señal de vida, tal vez él no tenía tiempo y por eso no había intentado comunicarse con ella, pero no fue así, porque él nunca le respondió...