7. Nada importa cuando estás tres metros bajo tierra.

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Jungkook no comprendió la magnitud de la confesión de Naeun en aquel momento. Aunque, por la expresión de mortificación en su rostro, supo que debía ser algo grave.

—Sé que no sabes de qué hablo —dijo ella de pronto.

Jungkook suspiró aliviado.

—La verdad, no. Lo siento.

Naeun negó con la cabeza y habló sin desviar la mirada de la carretera solitaria y nocturna.

—Mi abuela es una especie de ¿mafiosa? No es como los mafiosos de las películas, esto te lo puedo asegurar. Ella es, más bien, una mujer de negocios.

—¿Es la CEO de Cocaína Labels?

Naeun soltó una risita que se apagó de inmediato.

—La droga es solo uno de sus negocios. Ella se dedica a importar todo lo ilegal que te puedas imaginar. Sus redes de tráfico son tan extensas que nadie más que ella sabe el poder que posee.

—Es raro que jamás haya escuchado de ella.

—En realidad, es normal. Mi abuela es algo así como la criminal perfecta. Al verla, sería imposible darse cuenta de quién es. Se esconde tras la máscara de señora mayor y es experta en crear distracciones y no llamar la atención. Nadie conoce su verdadera identidad. Ni siquiera yo. A veces incluso dudo de que mi apellido sea mi apellido real. —Naeun suspiró—. En fin, mi abuela es indetectable tanto para la policía como para otros traficantes y la gente común.

—¿Y Min Yoongi dónde entra aquí?

Naeun frunció los labios.

—Te lo contaré después. No lo menciones frente a mi abuela. Me mataría si se enterase.

Jungkook asintió y observó cómo Naeun encendía el viejo estéreo. Abrió los ojos, consternado, al escuchar «21 guns» de Green Day.

—¿A tu abuelo le gustaba el rock? —preguntó Naeun mientras movía la cabeza al ritmo de la música.

Jungkook parpadeó varias veces, incrédulo.

—No, pero... —Presionó el botón de siguiente. Al oír la canción que ya esperaba, confirmó sus sospechas—. Es el disco que le regalé —dijo, estupefacto—. Tenía trece años y me había pedido que lo ayudara a poner música en un disco. No sé porqué me pareció una buena idea ponerle mis canciones favoritas de ese entonces.

Naeun lo miró de reojo.

—Pues le gustó, porque lo conservó hasta ahora.

A Jungkook estuvo a punto de invadirlo la melancolía, pero el avistamiento de una gran casa impidió que pudiera sentir algo más que asombro. Se trataba de una casa antigua, con sus portones, sus distintas divisiones y la clásica decoración nacional. Naeun estacionó la camioneta con mano experta. En la parte trasera, Namjoon continuaba desmayado mientras Taehyung, con la camisa rota, se abrazaba a sí mismo para protegerse del frío. Jungkook le ofreció su chaqueta, pero Taehyung se negó con una mirada triste.

—¿Qué haremos con él? —preguntó Naeun, señalando a Namjoon.

—Podemos traerle una manta y dejarlo aquí —respondió Jungkook. Al ver el rostro preocupado de Naeun, se retractó—: Bromeo, lo llevaremos entre Taehyung y yo.

Taehyung hizo caso omiso a sus palabras, bajó de la camioneta y se apresuró a ir a la entrada a tocar el portón.

—Supongo que solo yo... —susurró Jungkook.

—Te ayudaré —dijo Naeun.

Con un esfuerzo descomunal, Jungkook y Naeun lograron llevar por los hombros a Namjoon.

ROSAS EN EL JARDÍN ; kth&jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora