22. «Todo» es una palabra muy grande.

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La noche había caído en el estacionamiento casi vacío de aquella clínica privada. Jungkook reposaba en el asiento de piloto, tratando de pensar en cualquier cosa que no fuera las grabaciones de las cámaras de seguridad encontradas en el pórtatil de Jung Hoseok. Naeun, a su lado, se había quitado el cinturón de seguridad y, a través de la ventana, observaba un reluciente auto negro con una carpeta amarilla incrustada en el parabrisas. Así como Jungkook, más que una precaución, parecía un intento inútil por distraer la mente. No habían cruzado palabra desde que acordaron emprender la misión juntos en el hotel mientras Namjoon buscaba más información sobre el paradero de Taehyung.

Naeun no dio explicaciones. Dijo que tenían que hacer algo importante, dio un par de órdenes sobre quien iba y quién se quedaba, le proporcionó la dirección a Jungkook y luego no volvió a abrir la boca. Al llegar al estacionamiento de la clínica, se bajó de la camioneta, cargando una gorda carpeta amarilla, y sigilosamente se acercó a un auto en particular para dejarla entre el cristal y el parabrisas. Jungkook no le hizo preguntas al verla regresar.

Un hombre con bata blanca se asomó por la salida de emergencia de la clínica. Se dirigió a la zona de fumadores, apoyó la espalda en la pared, sacó una cajetilla del bolsillo del pantalón y encendió un cigarro al que le dio una profunda calada. El humo escapó de sus labios en una nube que se disipó con ayuda del viento. Jungkook supo que era la persona que buscaban al notar la repentina mirada de interés de Naeun.

El aparente médico advirtió la presencia de una carpeta en el parabrisas del que parecía ser su auto. Apagó el cigarro contra el cenicero metálico y fue a investigar lo que ocurría. Revisó el auto a ver si no había sido robado o alterado de algún modo. Luego de sus múltiples comprobaciones, echó un vistazo a los lados, tomó la carpeta y se metió en el auto a leer en privado, sin saber que estaba siendo espiado por dos pares de ojos que pudieron contemplar su incredulidad, su ceño cada vez más fruncido y su prisa para teclear el número de teléfono anotado al final de las hojas.

—No hables —advirtió Naeun al percibir la vibración de su celular.

Jungkook se limitó a asentir con la cabeza. Escuchó una voz masculina por el altavoz:

—¿Hola?

—Señor Kim... —dijo Naeun—. ¿O debería llamarlo Seokjin hyung?

Jungkook pudo ver al hombre mirar la pantalla del celular durante un instante.

—¿Yoongi...? Imposible, tienes la voz de mujer.

—Usted y yo no logramos conocernos, pero estoy segura de que escuchó de mí. En un rincón de su memoria, en las cenas junto a Yoongi, ahí debería encontrar mi nombre.

—No tengo idea de quién seas, jovencita.

—Lo sabrá pronto... ¿Leyó lo que le dejé?

—Lo hice, pero no tiene ningún sentido. ¿Se supone que Yoongi escribió esto? ¿Cómo sé que no lo inventaste tú? ¿Por qué me darías esto? ¿Cuál es tu punto?

Naeun tomó una gran bocanada de aire y le dio pruebas irrefutables sobre la veracidad de las cartas, tal como había hecho con Jung Hoseok. Luego le recordó la verdad: que Min Yoongi estaba enamorado de él y que, en secreto, era líder de una poderosa pandilla. Finalizó contando la situación con Taehyung. Kim Seokjin se mantuvo callado mientras ella hablaba. Jungkook supo que la escuchaba al ver su evidente cara de preocupación.

—¿Cómo sabes todo esto? ¿De dónde sacaste esta información? —preguntó Kim Seokjin, todavía incrédulo.

Naeun suspiró.

ROSAS EN EL JARDÍN ; kth&jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora