23. Solo los mediocres dejan de aspirar.

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Si de algo Jungkook se arrepentiría por el resto de su existencia, sería de la falta de fuerza, la escasa inteligencia y la facilidad para nublarse por la tristeza que lo caracterizaron los primeros veinte años de su vida. En un futuro no muy lejano, pasaría noches atormentandose por el recuerdo de aquella apurada mañana en casa de Julia reunidos alrededor de la mesa después de un gran desayuno, ocho horas antes de la cita con Min Yoongi. Naeun fue la primera en tomar la palabra, presentando un brillante plan que había calibrado y revisado durante el insomnio de la noche anterior. Gom, que para la ocasión había eliminado todo rastro de amabilidad en su expresión, la asestaba con preguntas que revelaban pequeños huecos, que luego entre los dos solucionaban.

—No es nada personal, niña Naeun. Pero necesitamos un plan perfecto —había dicho Gom.

Incluso Julia, que tenía la apariencia de no saber nada del tema, resultó ser, en realidad, licenciada en Historia.

—¿Tienes una maestría en Historia Militar? ¿De verdad? —preguntó Jungkook, estupefacto.

—Me echaron de Yonsei injustificadamente en el último semestre, pero sí —respondió Julia y sonrió.

—¡Ellos se lo pierden! —exclamó Gom.

Más allá de entristecerse por la situación de injusticia que había vivido Julia, Jungkook se afligió al darse cuenta que era el único idiota de la conversación. No había nada que pudiera aportar, y si abría la boca seguro diría alguna estupidez que no haría más que causar lástima. ¡Si tan solo hubiera prestado más atención en clase! No estaría relegado a escuchar, sin poder opinar sobre el plan de rescate de su mejor amigo y el amor de su vida. Se imaginó la infinidad de cosas que podría haber hecho por ellos si fuera un poco más fuerte o listo. Quizá habría sospechado desde el inicio del falso trabajo de guardia nocturno. Quizá habría podido acceder a la computadora de Jung Hoseok sin necesidad de ir a su departamento. O quizá habría podido ponerle una paliza a Min Yoongi desde la primera vez que los amenazó. La cabeza se le llenó de hubieras, de futuros inexistentes y de pasados aún menos creíbles. Al final de la charla, su único consuelo fue el papel primordial que Naeun le asignó: Escapar junto a Taehyung y Namjoon si el plan principal fallaba.

—¿Qué? ¿De qué hablas? ¡No te abandonaré! —arguyó Jungkook y miró a Gom, indignado—. ¿Estás de acuerdo con esto?

Gom suspiró.

—No me gusta la idea, pero es la mejor opción. Además, la niña Naeun tiene muchas más herramientas para poder escapar por su cuenta.

Jungkook puso cara de horror.

—Ni hablar. ¿Ustedes acaso miden lo que podrían hacerle a Naeun si se queda sola con ese lunático?

—Lo saben —dijo Naeun con aire resignado—. Correremos el riesgo de ser necesario. Esto siempre ha sido entre él y yo. Namjoon y Taehyung terminaron involucrados por mi culpa. Es mi deber salvarlos.

Jungkook recordó las imágenes de las cámaras de seguridad y su corazón se vio dividido en dos. Negó con la cabeza.

—No abandonaré a ninguno. Regresaremos a casa sanos y salvos. Lo prometo.

Naeun no se atrevió a contradecirlo. Gom se quedó callado. Julia, por su parte, pareció conmovida por su determinación. Jungkook no sabía en ese entonces si tenía la fuerza para cumplir su promesa, pero se repitió sin parar sus palabras toda la tarde.

A las tres en punto comenzaron los preparativos. Hubo que arreglar los desperfectos de la camioneta, llenarle el tanque y asegurarse de que no fuera fallar en el momento menos indicado. Gom por iniciativa propia le dio unas clases express de defensa personal y manejo de armas a Jungkook.

ROSAS EN EL JARDÍN ; kth&jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora