4. El último de los vestigios.

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El terror invadió a Jungkook al descubrir que no existía ningún registro de Kim Taehyung. Lo comprobó después del repentino beso, cuando corrió escaleras arriba, se encerró en su habitación y usó todos sus conocimientos en informática para dar con su identidad. Pero no consiguió más que aumentar su angustia al no encontrar nada. Cerró el portátil y se fue a la cama con la sangre helada y el presentimiento de que podía ser asesinado mientras dormía.

Por la mañana, despertó sabiendo que había peores destinos que la muerte. Soltó un chillido de horror al ver que Taehyung se había colado al cuarto y dormía aprisionándolo con sus brazos. Taehyung abrió los ojos, somnoliento.

—Buenos días, novio.

Jungkook aprovechó que había bajado la guardia y lo tiró de la cama. El impacto hizo sacudir los cimientos del segundo piso.

—Idiota. Te dije que no somos novios.

Taehyung, bocabajo en el suelo, suspiró.

—Está bien, me gustan los retos. No tienes que disculparte.

—Tú eres el que me debe una disculpa.

Taehyung se incorporó y se sentó en posición de loto. Jungkook lo miró desde el borde del colchón.

—Bueno, lo siento por querer pasar la noche con el amor de mi vida. Que, por cierto —Señaló su pecho desnudo—, se abrazó a mí apenas me acosté junto a él.

Jungkook frunció el entrecejo.

—Mientes.

—No lo hago, sucedió de verdad.

Jungkook se cruzó de brazos.

—Odio dormir acompañado.

—¿Ves esto? —Taehyung señaló una mancha blanquecina en el centro de su torso—. Es saliva. Tú saliva.

Jungkook abrió los ojos en grande, se limpió la comisura de los labios y comprobó que, en efecto, tenía rastros de saliva.

—Eso... Eso no significa nada.

Taehyung soltó una risita mientras se ponía de pie.

—Haré el desayuno, te veo abajo —dijo antes de salir de la habitación.

Jungkook se quedó consternado durante un rato. Intentó descifrar porqué su yo inconsciente lo había traicionado de esa manera. Se lo adjudicó a su soledad y a sus diecinueve años de abstinencia. Se le ocurrió que había soñado con Naeun y la presencia de Taehyung lo había hecho confundirse. Con esa conclusión, logró abandonar el estado de estupefacción y fue a lavarse los dientes.

Cuando bajó a la cocina, encontró a Taehyung vestido con una vieja camisa azul a rayas y un overol que le quedaba corto. Al verlo, Taehyung sonrió y le pidió que pusiera el arroz a cocer.

—¿Qué tanto me miras? —preguntó Taehyung.

Jungkook apartó la mirada y se concentró en lavar el arroz.

—Estoy asimilando que tal vez existes por mi culpa.

Taehyung cascó un par de huevos en una sartén. El chirrido del aceite no pareció asustarlo.

—¿Recién?

—Cualquiera te habría creído un loco si te hubiera visto desnudo en su jardín.

—Pero no eres cualquiera. Tú pediste que existiera, así que no debió tomarte por sorpresa.

—Yo deseé una novia.

—Correción. Pediste amor.

—Es decir, una novia. No soy marica.

ROSAS EN EL JARDÍN ; kth&jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora