A la mañana siguiente, Jungkook se encontró solo en una cama fría. El lugar donde Taehyung había dormido estaba prolijo, como si jamás hubiera estado ahí. Su ausencia le pareció una confirmación de la pesadilla de anoche y sintió que su corazón dejaba de latir. Se levantó a toda prisa y lo buscó por cada rincón de la casa. Al no tener ningún indicio suyo en el segundo piso, bajó las escaleras corriendo. Recobró el aliento al ver el desayuno hecho en el comedor con una nota: «Fui a trabajar». Era una nota hecha a prisa, sin adornos, sin significados ocultos, sin nada que pudiera remitirle al tiempo que había pasado entre sus brazos.
Jungkook se sentó frente al plato, desconcertado. Intentó pensar en el momento en que su ánimo se volvió tan fácilmente perturbable. Pero no halló una respuesta. Podía haber sucedido durante la muerte de su abuelo, desde la llegada de Taehyung, o quizá siempre había sido así. Como fuera, la parte de sí mismo que nunca le había mostrado a nadie ya no le pertenecía. Y lo único que podía hacer era desear que las manos en las que había caído fueran unas manos gentiles y piadosas. Le aterró tanto la idea de verse despojado de todas sus armas que perdió el apetito y se echó en el sofá, donde se quedó inmovil por horas.
Salió de su estado de perturbación después del mediodía, cuando escuchó el timbre del teléfono. Creyó que se trataba de su madre y estuvo a punto de no contestar, pero recordó la charla del día anterior con Naeun.
—¿Bueno?
—Jungkook, ¿estás libre?
—Sí.
—Sal. Estoy afuera.
Jungkook se asomó por la ventana y avistó a Naeun, con el celular en mano, cargando una bolsa de papel. Colgó el teléfono y fue a abrirle. Naeun no parecía recuperada del todo, pero todavía era capaz de sonreír.
—Traje comida —dijo Naeun y alzó la bolsa de papel.
Jungkook puso cara de confusión al notar el logo de Lee's Ramen.
—¿Lee's Ramen? ¿En serio? —preguntó mientras la invitaba a pasar.
—Fui a ver cómo estaba el jefe, pero no lo encontré. —Naeun tomó asiento en el sofá y dejó la bolsa en la mesa de centro—. Ya nos reemplazaron. Pobres chicos, estaban discutiendo por quién iba a limpiar el baño.
Jungkook se sentó en el sofá contiguo y se cruzó de brazos.
—En mis tiempos no había forma de decidir.
Naeun soltó una fuerte carcajada. Jungkook rio también.
—Por cierto, ¿cómo supiste dónde vivo? —le preguntó Jungkook.
—Me encontré a Taehyung en su puesto de fideos a cuchillo y me dio la dirección. —Naeun sacó un bote de ramen, unos palillos y una cuchara de la bolsa—. Trabaja muy duro, de verdad. Apenas y pudo saludarme. La gente está loca por sus fideos.
Jungkook se quedó en silencio al escuchar el nombre de Taehyung. Rio para aparentar, pero fue imposible que Naeun no lo mirara con curiosidad.
—¿De nuevo pasó algo con Taehyung?
Jungkook suspiró, como si la mención del problema lo resolviera un poco.
—Debo tenerte cansada con esto.
Naeun negó con la cabeza antes de llevarse una buena porción de ramen a la boca.
—En realidad me gusta que me lo cuentes. Cada vez estoy más cerca de confirmar mis sospechas.
—¿Sospechas de qué? —preguntó Jungkook con el entrecejo fruncido.
Naeun tragó el bocado y sonrió.
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ROSAS EN EL JARDÍN ; kth&jjk
Hayran KurguDespués de fallar el examen de admisión a la universidad, Jeon Jungkook tiene un solo encargo: Vender la casa de su abuelo. Mientras recorre los rincones que albergan los recuerdos de su infancia, encuentra el pozo de los deseos, una leyenda del pue...