11. El árbol de higos.

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Taehyung era más ingenioso de lo que Jungkook se había imaginado. Al llegar a la solitaria playa, con una cajuela llena de snacks, cerveza y otros artilugios de fiesta, se vio abrumado por sus pobres habilidades de organización. Podía poner unas cosas por aquí, otras por allá, valiéndose de un inexistente sentido estético, pero eso no haría que fuera una auténtica fiesta. Taehyung pareció advertir la sombra en sus ojos, porque, sin decir nada, tomó el liderazgo. Primero bajemos todo, Jungkook, decía. Pon el hielo en la hielera antes de que se derrita, mientras armo las casas de campaña. Si, Jungkook, es mi primera vez armando una, ¿por qué?

—Nada, confío en tus dones de ser mágico —respondió Jungkook en tanto buscaba una nueva tarea que hacer. Se llevó una mano a la frente para cubrirse los ojos del sol y, antes de que pudiera moverse, Taehyung lo llamó.

—¡No te muevas! —exclamó. Dejó el instructivo que hace un segundo leía y sacó la cámara digital de su bolsillo. Apuntó hacia Jungkook, que permanecía quieto, y le tomó varias fotos.

—¿Y eso por qué? —preguntó Jungkook una vez que Taehyung indicó que había terminado.

Taehyung se guardó la cámara de vuelta en el bolsillo y se dispuso a retomar las casas de campaña.

—Es para mi blog.

Jungkook lo miró, desconcertado.

—¿Tienes un blog?

Taehyung asintió con la cabeza sin despegar la vista del instructivo.

—Dos, en realidad. Uno es personal y el otro es para reseñas literarias.

—¿Dos? ¿Ahora eres crítico literario?

—También hago cartas por encargo para las mujeres del mercado.

Jungkook se quedó estupefacto.

—Taehyung, hace apenas... un mes desde que apareciste. ¿Cuándo tuviste tiempo de hacer todo eso?

Taehyung se puso de cuclillas para buscar unas piezas dentro de las cajas de las casas de campaña.

—Yo tampoco lo sé. La señora del puesto de verduras un día me pidió que le ayudara a escribir un recado y creo que se corrió la voz o algo así.

—¿Y los blogs?

—Namjoon me recomendó publicar mis fotos en línea para que no se me llenara la memoria de la cámara y me enseñó a crear un blog. Luego Naeun me dio la idea de publicar reseñas.

—¿Cuántas vidas has vivido ya?

Taehyung rio mientras descifraba qué varillas iban en qué lugar.

—¿Qué no todos viven así?

Jungkook apoyó la espalda en el auto y su semblante serio delató su estado reflexivo.

—No lo creo. Creo que yo ni siquiera vivo una vida.

—Aún no decides qué higo comer.

Jungkook lo miró sin entender. Taehyung se sentó en la arena y lo invitó a ayudar. Le indicó cómo colocar las varillas y, mientras lo hacían, explicó:

—El árbol de higos es una metáfora de Sylvia Plath. Tu vida se extiende y ramifica como un árbol, del que penden higos, que son los distintos roles a los que puedes dedicarte. Tienes la libertad de elegir el que quieras, pero una vez que tomas uno, pierdes los demás.

—¿Y si no puedo elegir uno?

—Eventualmente se pudrirán.

Jungkook tragó saliva y sintió como su ánimo decaía por el peso de la culpa. Taehyung colocó la mano en su hombro.

ROSAS EN EL JARDÍN ; kth&jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora