A la entrada del campo de aterrizaje de Nibiru, groseramente grabada, como si hubiera sido hecha con un instrumento rudimentario, se hallaba una inscripción que Diomedes se repetiría muy a menudo. La descubrió aquella noche en Juda, mientras decapitaban a un hombre acusado de haber matado a tres guardias de la luz. Las palabras de la inscripción eran una súplica a la diosa Bella y Eme, pero a los ojos de un muchacho que acababa de presenciar la muerte adquirían un significado mucho más tenebroso. Decía: «Oh tú Bella, que sabes lo que sufrimos, no nos olvides en tus plegarias.»
Del «Manual de la Diosa Meda», por Amin Aslanbey.
El olor a cadáver... era su cuerpo.
«¿Qué hace? —se pregunta—. ¿Acaso es un zombi?»
Meda se lo imagina comiendo pequeñas porciones de cerebro de una cena tranquila, ordenando un sándwich de cerebro y comiéndoselo.
Al otro lado de la ventana, un aerodeslizador cobra vida haciendo un ruido suave y tranquilo, como el ronroneo de un gato, hasta perderse en la distancia.
Se va como ha llegado, sin que nadie lo vea.
La habitación le da vueltas lentas y torcidas, y se pregunta si se desmayara. Se inclina hacia delante y agarra el escritorio con una mano, mientras sostiene la preciosa tarjeta de Amin con la otra. La chica piensa que tiene escrito un pequeño poema, pero la ha dejado hecha migas dentro del puño.
Ni siquiera se había dado cuenta de que la arrugaba, aunque ha de suponerse que tenía que sujetarse a algo mientras su mundo giraba fuera de control.
Una visita del emperador Mirren, tribus a punto de levantarse, una amenaza directa a Murphy y las que vengan detrás, todos sus seres queridos condenados y ¿quién más pagará por su acción de amor? A no ser que lo cambie todo en esta gira. Tiene que desviar la atención del verdadero problema y tranquilizar al emperador. Y ¿cómo? Pues demostrándole a todo Tiamat sin dejar lugar a dudas que ama a Amin Aslanbey.
«No puedo hacerlo —piensa—. No soy tan buena.» Amin es la estrella, el que gusta a todo el mundo. Puede hacer que la gente se crea cualquier cosa. Yo soy la que se cierra, se sienta y deja que él se encargue de hablar. Sin embargo, no es Amin el que tiene que probar su devoción, sino Meda.
Oye los pasos ligeros y rápidos de su baba acercarse. «No puede enterarse —piensa—. No debe saber nada de esto.»
Pone las manos sobre la bandeja y deja la tarjeta sobre esta.
Después le da un tembloroso trago a su té.
—¿Va todo bien, Meda?
—Sí, en la televisión no se ve, pero el emperador siempre visita a las ofrendas antes de la gira, durante las guerras floridas, para desearles suerte —responde, muy animada.
—Ah —dice su padre, aliviado—. Creía que había algún problema.
—No, qué va. El problema empezará cuando llegue mi equipo de preparación y vea que he dejado que me crezcan las cejas y que mis uñas están completamente arruinadas. —Su padre se ríe, y Meda piensa que no hay marcha atrás, que ya decidió cuidar de su familia cuando su madre murió. Que siempre tendrá que protegerla.
—¿Por qué no empiezo a prepararte el baño? —le pregunta.
—Estupendo —le dice, y ve que le encanta su respuesta.
Desde que volvió a casa Meda ha intentado con todas sus fuerzas arreglar la relación con su padre. Le pide que haga cosas por ella, en vez de apartarla cada vez que se ofrece a ayudar, como hizo durante muchos años por culpa de su rabia. Lo deja manejar el dinero que ha ganado. Responde a sus abrazos con abrazos, en vez de limitarse a tolerarlos. Su tiempo en Babilonia le ha servido para darse cuenta de que necesita dejar de castigarlo por algo que él no podía evitar, es decir, por la profunda depresión en la que se sumió después de la muerte de su madre. Porque, a veces, a las personas les ocurren cosas que no están preparadas para afrontar. Como ella, por ejemplo, ahora mismo. Y a decir verdad, a él le afecto la muerte de su madre más que a su propio padre que parece no importarle. Además, hizo algo maravilloso cuando llego a la tribu. Después de que las familias y amigos saludaran a Amin y a Meda en la estación de Nibiru, permitieron que los periodistas les hiciesen algunas preguntas.
![](https://img.wattpad.com/cover/360031318-288-k957028.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La carrera de la muerte 2
Подростковая литератураEstá la primera parte en la que he estado trabajando, en ella cuento como para demostrar su poder, el régimen del estado totalitario de Tiamat se organiza cada año el rito religioso llamado "La carrera de la muerte" en honor del dios Vucub-Camé. En...