Meda Arijaya, una chica aparentemente normal, no hay nada en ella que te pueda impactar, pero en ella concentran las mayores oraciones del Planeta Marduk y de Tiamat en general. Millones de rebeldes centran todas sus oraciones y sus creencias en esta ofrenda traviesa.
De «Historia de Los semidioses de la Carrera de la Muerte», por la Sacerdotisa Leah.
Diomedes agarra a Meda por la muñeca como si anticipara su siguiente movimiento, pero se ha quedado tan muda como Marte, aunque él lo esté por culpa de los torturadores de Babilonia. En su cabeza Meda oye la voz de Marte, picara y alegre, gastándole bromas en la Bandada. No como se burlan los profetas, sino porque se caían bien de verdad. Si Murphy pudiese verlo ahora...
Meda sabe que cualquier movimiento que haga hacia Marte, cualquier señal de reconocimiento, sólo serviría para que lo castigasen. Así que unicamente, a través de la rendija del niqab de Meda ambos se miran a los ojos. Marte, un esclavo mudo; ella, condenada a muerte por su propio abuelo. De todos modos, ¿qué podrían decirse? ¿Que sienten la maldición del otro? ¿Qué les duele el dolor del otro? ¿Que se alegran de haber tenido la oportunidad de conocerse?
No, Marte no debería alegrarse de haberla conocido. Si ella hubiese estado allí para detener a Jirania Kashipú, él no tendría que haber dado un paso adelante para salvar a Murphy y ahora no sería un ciervo de Brokk y Eitri. Y, en concreto, no sería su ciervo, porque está claro que el emperador Mirren lo ha colocado aquí por ella.
Meda se suelta de la mano de Diomedes, da un salto a la ropa que se le había caído y se dirige a su antiguo dormitorio dentro del gineceo y cierra la puerta con pestillo. Se sienta en la cama con los codos sobre las rodillas y la frente apoyada en los puños, y observa su kaftan brillando en la oscuridad, imaginándose que esta de vuelta en la Tribu de Juda, acurrucada al lado de la chimenea de la cueva del Monte Hermon. Oscurece poco a poco, conforme van desapareciendo los efectos de rayos.
Cuando Leah llama a la puerta para que vaya a cenar, Meda se levanta, se quita el kaftan de su madre. No el kaftan de su madre no. Su kaftan, suyo, de Serbal y del baba. Su unico recuerdo de momentos felices y llenos de color.
Lo abraza un segundo, lo dobla con cuidado y lo deja sobre la mesa, junto con el niqab que le cubre el rostro. En el baño se lava las rayas negras de maquillaje de la cara y el cuerpo.
Después se pone una túnica candora y cubre su cabello con un pañuelo shayla sencillo y recorre el pasillo camino del comedor.
Durante la cena no le presta mucha atención a nada, salvo a que Marte y el chico pelirrojo son sus únicos camareros, no hay ningun droide ayudándoles a atender.
Están todos, Leah, Diomedes, Fidencio, María Teresa y Amin, parece que hablando de la ceremonia de recibimiento, pero el único momento en el que de verdad Meda se siente presente es cuando tira a posta un plato de salchichas al suelo y, antes de que alguien pueda detenerla, se agacha para recuperarlo. Ha tirado el plato cuando Marte estaba a su lado, y los dos se encuentran brevemente, sin que nadie los vea, mientras recogen las salchichas. Sus manos se tocan un instante y Meda siente su piel, basta bajo la salsa pringosa del plato. En el desesperado apretón de dedos se encuentran todas las palabras que nunca podrán decirse. Entonces Leah empieza a cacarear detrás de Meda para recordarle:
«¡Ése no es tu trabajo, Diosa!», y él le suelta la mano.
Cuando van a ver las entrevistas que les hicieron a los profetas, Meda se coloca entre Fidencio y Diomedes en el sofá, porque no quiere estar al lado de Amin. El horror de lo ocurrido con Marte les pertenece a Murphy y a ella, y quizá incluso a Diomedes, pero no a Amin. Aunque puede que conociese lo suficiente a Marte para haberlo saludado por la calle, no pertenecía a la Bandada como el resto de ellos. Además, sigue enfadada porque se rió de ella junto con los profetas, y lo que menos necesita ahora es su comprensión y su consuelo. Meda no ha cambiado de idea sobre salvarlo en la pista, pero no le debe nada más.
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La carrera de la muerte 2
Teen FictionEstá la primera parte en la que he estado trabajando, en ella cuento como para demostrar su poder, el régimen del estado totalitario de Tiamat se organiza cada año el rito religioso llamado "La carrera de la muerte" en honor del dios Vucub-Camé. En...