Capítulo 9

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Un par de semanas, un ataque de pánico y una visita a mi terapeuta más tarde, allí estaba batallando con mi manuscrito otra vez. Normalmente, cuando estaba escribiendo alguna cosa, mi cerebro vagaba al reino de la fantasía a la menor ocasión, tanto si estaba ante el portátil como si no. Esos días, en cambio, tenía que forzar mi imaginación para que se pusiera en marcha.

Y eso nunca funcionaba.

Con el libro flaqueando, una ansiedad galopante respecto a si podría dar la talla como escritora y preocupada por qué demonios iba a hacer si no lograba darla, decidí hacer lo que mejor sabía: sepulté la idea bajo esa escotilla de acero interior para no pensar en ello y centrarme en otra cosa.

Ahora que el Festival De Las Flores Kicks Off in Queens o el Electric Zoo Festival estaban en marcha, hacía turnos extra en el bar y salía con Yuna siempre que ella me lo pedía. En mi última visita, mi terapeuta me alentó a intentarlo otra vez con una cena de familia, y logré superar la prueba sin ataque de pánico... ¡victoria! 

Fui mucho al gimnasio y evité el aluvión de sonrisas de Kai, el entrenador personal.

Para alivio de Yuna, Tzuyu desapareció de la vida de Ryujin con la misma rapidez con la que había entrado. No es que yo lo hubiera sabido de no ser por Yuna, porque a ella no la había visto desde esa mañana en Princes Street.

El trabajo la mantenía ocupada; algo estaba ocurriendo con uno de sus proyectos inmobiliarios y también tenía un gran evento programado en su nightclub, Fire, al final del festival.

Fue así como descubrí que Chaeryeong era la arquitecta de Ryujin, de manera que cuando Ryujin estaba ocupada, Chaeryeong también lo estaba. Las pocas veces que quedamos para encontrarnos —una vez para ver a un cómico, otra solo para tomar unas copas y en la última ocasión para una cena familiar— Ryujin excusó su presencia, demostrando que me equivocaba: de verdad trabajaba por su dinero.

Empezaba a ver su ausencia como algo positivo. Me sentía más relajada de lo que lo había estado en semanas y Yuna y yo nos habíamos hecho más amigas. 

Me había confesado todo el fiasco de Chaeryeong...

Yuna, que estaba enamorada de Chaeryeong desde niña, finalmente había reunido el valor para hacer algo al respecto después de que ella le diera un puñetazo al idiota que la había engañado para sacarle información sobre Ryujin. Fue a su apartamento y casi se le tiró encima.

Y como Chaeryeong era una mujer encantadora y Yuna era preciosa, ella había aceptado la oferta. Eso fue hasta que ella estuvo casi completamente desnuda debajo de ella. Chaeryeong retrocedió, explicando que no podía hacerle eso a Ryujin o a ella, y que Ryujin nunca le perdonaría ni ella se perdonaría a sí misma. Al darse cuenta de que Chaeryeong pensaba que se trataba de un rollo de una noche, Yuna se fue a cuidar en silencio su corazón roto y su ego magullado. Yo nunca habría imaginado que había ocurrido eso entre ellos. 

Yuna era encantadora a su alrededor. Decía que no quería que las cosas cambiaran y se esforzaba al máximo por estar bien pese a las circunstancias. La había visto en acción. Yuna lo intentaba con fuerza, pero en ocasiones algo más, algo tierno, aparecía en su expresión cuando la miraba. Y al pensar en ello me di cuenta de que también había algo más en la forma en que Chaeryeong la miraba a ella. La cuestión es que no podía distinguir si simplemente se trataba de deseo o si los sentimientos de Chaeryeong eran un poco más profundos.

Estaba muerta de curiosidad, pero también sabía que no era asunto mío, así que no metía las narices donde no me llamaban.

Después de sincerarse conmigo, Yuna había intentado que yo hablara otra vez de mi familia, de mi pasado.

QUINTA AVENIDA - Ryeji Donde viven las historias. Descúbrelo ahora