No fui al pícnic de Ryujin.
Bueno, fui, pero no fui.
Estupefacta por su transformación de nuevo en la Ryujin sexy del taxi que no podía apartar los ojos de mí, no sabía qué pensar.
Estaba desconcertada. Y muerta de miedo. Así que tomé la vía del cobarde y pedí ayuda a Lia —al tiempo que también le mentía sobre la razón— para salir del berenjenal sin que pareciera que quería salir del berenjenal...
Llegó el sábado y amaneció un día sorprendentemente caluroso. El Central Park —un gran parque situado estratégicamente en el corazón de Nueva York— estaba repleto de gente que tomaba el sol o hacía deporte.
Ryujin había logrado hacerse con un sitio a la sombra. Chaeryeong, Nayeon, Jackson y la propia Ryujin ya estaban allí cuando nos acercamos Yuna y yo, entre los sonidos de risas, niños gritando y perros ladrando que creaban una feliz banda sonora de la escena. Era un día perfecto, y la atmósfera en Central Park manaba una satisfacción casi eléctrica.
Por un minuto deseé quedarme.
—Vaya... —Miré las dos cestas que había traído Ryujin.
Eran tan elaboradas que no me habría sorprendido que las hubiera robado de un escaparate de Fortnum & Mason—.¿Llamas pícnic a esto?
Ryujin, que se había levantado al ver que nos acercábamos y estaba abrazando a Yuna en su costado, hizo un gesto orgulloso hacia las cestas que descansaban sobre una preciosa manta de felpilla. Parecía desconcertada.
—Sí. —Puso ceño—. ¿Cómo lo llamarías?
—Un restaurante de tres estrellas en la hierba.
La comisura de su labio se curvó en un gesto de irónica diversión.
—Le pedí al personal del restaurante que lo cocinara.
— ¿Y qué restaurante sería ese? ¿El de tres estrellas?
—Creo que se está burlando de ti y de todo tu dinero, Ryujin. —Yuna le sonrió—. Es un poco demasiado.
Ryujin soltó un ruido de descontento.
—Es un maldito pícnic. Siéntate. Y come y calla.
Yuna rio y se dejó caer al lado de Chaeryeong, que le pasó un brazo por el hombro y la apretó contra su costado.
—Me alegro de verte, Yun.
—Sí, yo también. —Le sonrió, pero se separó un poco, haciéndome que levantara una ceja.
¿Qué pasaba con eso?
— ¿Y bien?
Levanté la mirada a Ryujin y la vi tendiéndome una mano, con un deseo no disimulado en sus pupilas.
Y Lia me salvó con una sincronización perfecta.
Mi teléfono sonó, y puse cara de disculpa al sacarlo del bolsillo.
—Lia, hola.
Me volví y di unos pocos pasos para impedir que pudieran oírla al otro lado de la línea.
—Tengo una emergencia —respondió en tono invariable—. Cancela el pícnic.
—Oh, no, estás de broma. —Le seguí la corriente, sonando maternal y tranquilizadora
—. ¿Estás bien?
—Cielo santo, Yeji, pensaba que sabías mentir. —Lia refunfuñó—. Estas hablando como un alienígena que ha oído el concepto humano de estar preocupado, pero no sabe cómo ejecutarlo.
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QUINTA AVENIDA - Ryeji
FanfictionHace cuatro años Hwang Yeji dejó atrás su trágico pasado en Italia y comenzó de nuevo en EE.UU. Enterrándose en el dolor, ignorando sus demonios y avanzando sin ninguna atadura real, ha funcionado bien para ella hasta ahora, pero cuando Yeji se mud...