Capítulo 20

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No sé por qué, pero no le hablé a la buena doctora de nada de ello.

Codiciaba esa parte de mí, tenerla cerca, mientras trataba de averiguar qué iba a hacer exactamente con eso.

Todavía no tenía ningún plan, pero no dejaría que se interpusiera en la forma en que disfrutaba de mi tiempo con Ryujin. Estoy agradecida por eso, porque poco sospechaba que solo unas semanas después de la boda, la primera semana de diciembre, todo cambiaría.

Mientras Yuna trabajaba en la mesa de la cocina, Ryujin y yo nos acomodamos en la sala de estar, con la iluminación atenuada y las luces del árbol de Navidad brillando en la ventana. Yuna había insistido en que pusiéramos el árbol el día uno.

Una chica navideña.

Era una noche fría de diciembre, un miércoles, y estábamos viendo una película coreana titulada Venganza agridulce. Yo estaba metida en la peli, pero al parecer la mente de Ryujin había viajado a otro sitio.

— ¿Te apetece ir al mercado alemán este sábado?

Ya había ido el sábado anterior con Yuna, pero me encantaba el mercado alemán, y estar con Ryujin, o sea que sí, me apetecía. Nueva York en época navideña era mágico, incluso para una no creyente como yo. Todos los árboles de los jardines de Central Park estaban envueltos en luces y junto al Edificio Chrysler habían montado un mercado alemán lleno de esos olores asombrosos y regalos bonitos y salchichas raras. En el lado este, al lado del monumento a la Estatua de la Libertad, había una feria con una noria enorme que iluminaba el cielo nocturno. No había nada como caminar por esa calle en un día fresco de invierno al anochecer.

—Claro. —Le sonreí.

Estaba tumbada en el sofá y Ryujin continuaba apoyada en el brazo.

Asintió.

—Estaba pensando que en febrero podríamos tomarnos un tiempo libre. Un fin de semana largo, quizá. Tengo una cabaña en Lake Placid con vistas al Parque Adirondack y el lago. Es muy bonito. Apacible. Por no mencionar que hay un restaurante indio asombroso, que está justo al otro lado del lago.

Sonaba asombroso, sobre todo considerando que llevaba más de cuatro años en Nueva York y no me había aventurado más allá del área urbana.

—Suena genial. ¿Dónde está exactamente?

—En el Condado de Essex.

—Oh. —Eso no estaba en las tierras altas, ¿no?—. ¿El Condado de Essex no está en el oeste?

Como si me leyera la mente, Ryujin sonrió.

—Está en las tierras altas del oeste. Es hermoso, hazme caso.

—Me has convencido con el lago. Solo dime cuándo y allí estaré.

Al oír eso, Ryujin pareció cariñosamente jovial.

—Sexo y vacaciones.

— ¿Eh, qué?

—Estoy haciendo una lista de cosas que te hacen ser simpática.

Me burlé, apretando mi pie en su pierna.

— ¿Y lo único que tienes es sexo y vacaciones?

—La extensión de la lista no es culpa mía.

— ¿Estás diciendo que soy una ingrata?

Levantó una ceja.

—Morena hermosa, ¿tan estúpida crees que soy? ¿De verdad crees que voy a responder eso? Quiero acostarme esta noche.

QUINTA AVENIDA - Ryeji Donde viven las historias. Descúbrelo ahora