Capítulo 23.

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Alice y Miranda se habían recostado en las sábanas rosas de la chica rubia, dispuestas a pensar en una forma de "encender" los poderes de Alice. No obstante llevaban casi una hora con aquello y todavía no se daban una idea de cómo hacerlo.
-muy bien- repitió Alice por enésima vez reacomodándose en su lugar -tú puedes prender en llamas tu cocina y crear luz con las manos. Si mi poder es el aire, ¿qué puedo hacer yo?-
Miranda ignoró lo del incendio de la casa para cooperar con el asunto -no lo sé- comenzó a decir mientras pensaba -podrías... manipular el aire. Crear... una ¿ráfaga?- al ver el rostro de aburrimiento de Alice agregó -tienes que empezar con algo-
Alice suspiró resignada dirigiendo su mirada hacia sus cortinas rosas, poniendo un semblante lleno de la más pura concentración. Miranda no pudo evitar soltar una carcajada.
-¿qué haces?- preguntó entre risas.
-intento que se muevan- respondió sin perder la concentración.
Miranda volvió a reír -Alice, eres aire, no Carrie- Alice no pudo evitar reírse y dejó de intentarlo.
-esto es frustrante- sollozó poniendo sus manos en la cara.
-tranquila, ya saldrá-
-¡no!, esto no es como aprender a silbar, soy la única que no tiene su marca y en serio es molesto-
Miranda sonrió -creo que tienes que relajarte. Distráete-
Alice se quedó pensando un momento para luego levantarse de un brinco mientras la otra se sentaba expectante. Entonces la rubia se dirigió hacia su armario estornudando de nuevo y sacó las dos bolsas de disfraces.
-¿qué es eso?- preguntó Miranda acercándose al armario.
-nuestros disfraces-
Miranda tomó el gancho que le tendió Alice como si este pudiera enviarle una descarga eléctrica, bajó el cierre de la bolsa con el mayor cuidado posible para por último dejar el disfraz al descubierto.
-oh por dios- susurró sosteniendo en alto el vestido frente a ella.
-lo sé- concordó Alice satisfecha.
-Alice...-
-¿sí?-
-¡estás loca!- gritó con los ojos bien abiertos. El vestido dentro de la bolsa era de un rojo encendido con bordes y adornos negros que lo hacían tomar un hermoso efecto de pétalos de rosa, sin embargo, a pesar de su hermosura, el vestido era tan corto que Miranda sintió la desesperada necesidad de taparse las piernas a pesar del pantalón que llevaba puesto. Alice ignoró lo último dicho por su amiga y con un encogimiento de hombros abrió su propia bolsa para dejar al descubierto su impecable vestido blanco. Tenía los mismos acabados que el de Miranda y también el mismo tamaño, Miranda no tardó en darse cuenta de que sin tomar en cuenta el color, el vestido era exactamente el mismo.
-¿no es genial?- preguntó Alice con una sonrisa -mira los accesorios-
Miranda observó a Alice sacar cosas de otro compartimiento de la bolsa. Sumando la pequeña tiara, las alas que estaban junto al vestido y los otros accesorios color plata, la pelirroja llegó a la conclusión de que el disfraz de su amiga era el de un ángel, y tras comprobar sus propias alas, cola, cuernos y otros accesorios, sus sospechas sobre que el suyo era el de una diabla quedaron resueltas.
-los conseguí con el precio de uno- agregó Alice con una chispa de emoción en sus ojos -me enamoré del vestido blanco y se me ocurrió que si compraba los dos, podíamos usarlos juntas-
Miranda soltó una risa nerviosa -Alice. No puedo usar esto. La última vez que usé un vestido me llegaba debajo de las rodillas y tenía ¡6 años!-
-¡oh vamos, mírate!, ¡eres hermosa!, ¡puedes usar un vestido igual de hermoso y te verás genial!-
Miranda siguió negándose algo acalorada por los cumplidos de Alice, quien al ver que no llegarían a mucho si no cambiaba de táctica decidió probar algo diferente.
-ya se- dijo poniendo el disfraz en la cama seguido de un estornudo -si yo logro encontrar mis poderes en menos de una hora usarás este vestido-
-Alice, ya llevamos casi una hora con esto. No creo que sea posible-
-entonces no veo por qué deberías negarte- dijo extendiendo su meñique hacia Miranda.
Tras unos momentos de pensarlo muy bien Miranda entrelazó decidida su propio meñique con el de Alice.

Después de que las chicas salieran del cuarto sin tiempo, Jack y Clay habían decidido irse también. Habían hablado lo suficiente como para dejar en claro que ambos querían estar en completa paz sin necesidad de rememorar los últimos acontecimientos, puesto que ambos sabían que golpear juntos a Rayan Miller era la mejor reconciliación que podían tener. Clay decidió acompañar a Jack a su todavía apartamento, donde Tom se había quedado a guardar cosas en cajas y mochilas.
-Tom se veía feliz de no tener que ir a la escuela hoy- comentó Jack introduciendo sus llaves en la ranura.
-tiene 12 años, estas oportunidades de no ir a la escuela son...- se calló repentinamente en el momento en que Jack cerró la puerta de golpe cuando apenas la había abierto unos centímetros -¿qué?- preguntó confundido.
-lo había olvidado- susurró el otro en tono molesto, entonces golpeó la puerta con los nudillos -¡Tom, soy yo!-
Tras un momento se escuchó la joven vos de su hermano -¿Jack?, ¿perdiste las llaves?-
-no- respondió el otro a través de la puerta -¿por qué metiste a Zeus a la casa?-
-¿y dónde pensabas que lo metiera?-
-¡no en nuestra casa!-
-¿Zeus?- preguntó Clay con extrañeza.
-¡pero está muy tranquilo!- replicó Tom del otro lado de la puerta.
Jack suspiró y se volteó hacia Clay -de acuerdo. Promete guardar la calma-
Clay alzó una ceja dudoso y entró a la casa de tras de Jack. Al principio solo vio a Tom en el sofá, pero no tardó ni dos segundos en darse cuenta de qué era "Zeus". En cuanto reconoció al perro se dio la media vuelta para salir de nuevo, pero fue detenido por Jack quien lo tomó por la capucha de la chaqueta.
-¡estás loco!- exclamó Clay en un extraño grito medio susurrante, como si no quisiera alzar mucho la vos frente al perro -¿cómo llegó eso aquí?-
-es un perro- argumentó Tom con serenidad.
-se lo que es niño- replicó Clay con la misma seriedad. Entonces Zeus ladró y Clay se dirigió de nuevo a la puerta siendo detenido nuevamente por Jack.
-no creo que sea el mismo- comentó Jack intentando mantener quito a Clay -Tom lo acaricia como si nada-
-oh, yo te aseguro que es el mismo-
-¿de qué hablan?- preguntó Tom levantándose del sillón.
-Clay le tiene miedo a los perros Tom- respondió Jack con naturalidad.
-no les tengo miedo- se defendió el otro volviendo a su habitual tono de vos, a lo que Zeus volvió a ladrar provocando otro intento fallido de escape por parte de Clay. Tom se rio por lo bajo y se dirigió hacia la puerta.
-aléjate un poco- le dijo a Clay en tono autoritario, lo cual lo hizo hacerse a un lado con una mirada perpleja. Entonces Tom silbó y Zeus salió corriendo hacia él -afuera Zeus- ordenó el menor en tono suave mientras abría la puerta, y para sorpresa de Jack y Clay este obedeció sin más -listo- dijo cerrando la puerta y dirigiéndose hacia el cuarto. Clay volteó a ver a Jack sorprendido y viceversa. Entonces siguieron a Tom al cuarto.

Cuanto más tiempo pasaba, Miranda iba adquiriendo más seguridad sobre la apuesta. Sin embargo Alice parecía no rendirse en lo absoluto. Había hecho todos los gesto existentes, tanto faciales como corporales en un intento de que por lo menos una pequeña ráfaga naciera dentro de la habitación. Pero nada había dado resultado. Un toque en la puerta hizo saltar a las chicas y tras unos segundos, Alex entró a la habitación.
-¿qué están haciendo?- preguntó algo aburrido.
-nada- respondió Alice demasiado rápido. Alex frunció el ceño pero no insistió y le quitó importancia con un encogimiento de hombros.
-¿tienen hambre?- preguntó secamente -han estado aquí un buen rato-
-yo sí- respondió Miranda levantándose de un salto.
-yo no- respondió Alice sin moverse -Alex, ¿estás bien?, te vez cansado-
Este gruñó en respuesta -estoy bien, ¿por qué todos preguntan eso?, no dormí bien anoche, ¿ok?-
-está bien, tranquilo- lo calmó Alice extrañada por el tono de su primo. Este parpadeó razonando su anterior tono de vos.
-lo siento- dijo avergonzado -¿segura que no quieres nada?-
-estoy bien- reafirmó Alice enviándole una leve sonrisa que lo hizo sentir aun peor. El otro asintió y salió del cuarto con Miranda.
Alice se recostó en su cama mostrando su verdadera frustración hacia su poco progreso. Alice había crecido rodeada de lujos, teniendo todo al alcance de su mano, sin negársele nada jamás. Y Alice jamás había sido malagradecida. Toda su vida sin ningún problema se había empeñado en ser merecedora de todo lo que se le ponía en frente. Pero lejos de un lujo, ahora le habían puesto una honorable responsabilidad en sus manos, y el hecho de no poder demostrar que merecía tenerla la hacía sentir errónea. Como si tuviera que plantearse la posibilidad de que después de todo ella no fuera un elemento. Y se negaba a aceptarlo. Lo deseaba. De verdad lo deseaba. Y si era verdad que ella lo que era, su poder estaba encerrado dentro de ella. Recordó cómo André le había dicho a Miranda que tenía que aceptar su marca, porque era el signo de su poder. Alice aceptaba su poder. Entonces un impulso la hizo levantarse de la cama, ignorando el mareo que sintió por el veloz movimiento. Se dirigió hacia el tocador donde la caja de pañuelos que había estado usando se encontraba y comenzó a tirarlos al piso deliberadamente. Arrojándolos por todas partes hasta que el piso de la habitación quedó por completo en blanco y la caja vacía. Entonces se paró en medio con el corazón acelerado y recordó a Clay en su jardín. Había estado tan seguro de lo que hacía cuando había hecho crecer aquellas raíces hacia su balcón. Solo había cerrado los ojos. No se había concentrado. Lo había deseado. Como si supiera que sería así de fácil que sucediera. Como si fuera tan fácil como respirar. Alice cerró los ojos con aquellos pensamientos girando en su cabeza. Entonces sintió el poder dentro de ella. Como si algo se hubiera roto en su interior y su contenido volara por todas partes llenándola de energía.
Miranda entró a la habitación con un plato en las manos, el cual dejó caer en cuanto fue testigo de lo que estaba pasando dentro. Había pañuelos por doquier, volando alrededor de Alice, quien parecía estar dentro de un extraño trance. Los pañuelos giraban formando un remolino en la habitación. El cabello rojo de Miranda se vio alborotado por el aire, y quitándose el cabello de la cara se abrió paso hacia su amiga hasta lograr poner su mano sobre su hombro. En cuanto lo hizo, todos los pañuelos cayeron al suelo, el aire se detuvo y Alice cayó de rodillas.
-¡Alice!- exclamó Miranda preocupada -¿estás bien?- preguntó arrodillándose frente a ella para auxiliarla, pero Alice no parecía estar herida. Al contrario. Estaba sonriendo y había comenzado a reír llegando poco a poco a la euforia.
-¡fue grandioso!- exclamó con un brillo en sus ojos tan radiante que hizo a Miranda sonreír involuntariamente. Entonces las vio. Las finas líneas plateadas llegando desde su hombro derecho hasta la palma de su mano. Dando vueltas a su brazo de forma libre y delicada como el viento. Las chicas estaban fascinadas.
Cuando pudo salir de su asombros Alice comentó -creo que usaras ese disfraz después de todo-
Miranda, también saliendo de su impacto no pudo hacer más que reír junto con Alice.

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Hola!! Aquí les dejo el nuevo capítulo, espero que lo disfruten y no olviden comentar porque ya saben que amo sus comentarios Oh, y también quiero dejarles una pregunta que se me ocurrió hacerles jaja ¿Quién es tu personaje favorito? Listo!! Bye

LOS 4 ELEMENTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora