Capítulo 1.

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El despertador sonó a las 7:00 am. El cielo estaba cubierto por las nubes otoñales y el césped por las hojas secas. Miranda se levantó con el sonido de la música del despertador. Tocó el botón para apagar la alarma y se sentó en su lugar, se pasó una mano por su cabello pelirrojo mientras sus ojos esmeraldas se acoplaban a la vista de una nueva habitación. Las paredes seguían blancas y sin adornos, había cajas por todas partes, los cajones estaban vacíos al igual que el armario. Miranda suspiró y salió de la cama, puso una de las maletas sobre la cama y escogió un atuendo. Optó por ponerse una blusa rayada en blanco y negro, jeans azules, una chaqueta café y una bufanda roja y botines del mismo color de la chaqueta. No es que se fijara mucho en lo que se ponía, al contrario, su estilo siempre había sido completamente desinteresado, pero por alguna razón siempre se veía atractiva. Y ¡por dios!, ¡los ojos verdes mataban hombres!

Se dio una leve mirada en el espejo y sonrió enseñando los dientes, luego borró la sonrisa al darse cuenta de la exagerada sonrisa que estaba practicando, lo intentó una vez más pero esta vez solo alzó un poco las comisuras de los labios. Listo. Una sonrisa decente.

Salió del cuarto y se paró frente a la puerta frente a su habitación, tocó un par de veces y habló a través de la puerta.

-Clay, ¿ya estas arriba?-

Al otro lado de la puerta, un chico con el cabello cenizo y despeinado estaba parado frente a la ventana que iba del techo hasta el suelo viendo a los ciclistas pasar y a los corredores pasar frente a la casa de su tío Mike, al escuchar la voz de su hermana pensó muy seriamente en arrojarse por la ventana. No lo hizo. Caminó hasta la puerta y la abrió con unos ojos grises que decían a gritos “¡NO QUIERO IR!”

Miranda reconoció la expresión y la ignoró.

-vamos a llegar tarde, ¿todavía no te vistes?-

-estoy vestido- dijo Clay señalando su atuendo. Éste consistía en unos jeans negros, y una playera gris, una chaqueta negra y sus botas negras.

Miranda lo recorrió -¿en serio?- dijo con insuficiencia.

Clay habló mientras caminaba hasta la mochila que estaba en una esquina del cuarto -oye, estoy yendo, no me presiones- terminó colgándose la mochila en el hombro.

-podrías poner un poco más de tu parte, vamos a ir a una escuela privada-

-y eso no me interesa-

-pues debería, esta es la quinta escuela, y ya no pienso mudarme más-

Clay salió de la habitación torciendo los ojos, bajaron las escaleras. Miranda detuvo a Clay antes de entrar a la cocina.

-en serio Clay inténtalo solo esta vez, no te pido nada más, solo quiero que lo intentes, ¿está bien?-

Clay se quedó parado un rato pensándolo y luego asintió.

Entraron juntos a la cocina y el desayuno estaba servido. Martha, el ama de llaves y cocinera de la casa había preparado huevos revueltos con tocino y jugo de naranja. Un desayuno por completo normal. Martha era una mujer regordeta y sonriente, los trataba muy bien y había estado al tanto de que no les faltara nada a Clay o a Miranda desde que éstos habían llegado. Tanto a Miranda como a Clay les agradaba Martha sobre todo por el espacio que les dejaba, nunca se metía en sus asuntos o preguntaba cosas incomodas, era bastante agradable, ella salió de la cocina para que Clay y Miranda desayunaran.

Clay vio las llaves del auto en la mesa y llevó su mano hasta ellas, antes de que pudiera tomarlas Miranda las tomó rápidamente. Clay la miró mal.

-¿por qué no me dejas?-

-porque tienes 15 años- contestó Miranda metiéndose un pedazo de tocino a la boca.

LOS 4 ELEMENTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora