Capítulo 18.

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Alex recordó haber visitado alguna vez el instituto cuando era niño. Después de tantos años el lugar no se veía tan grande como lo recordaba, pero este seguía teniendo sus pasillos tan largos como el cuerpo de una anaconda. Intentó imaginarse el lugar como un internado, lo cual había sido con anterioridad y se preguntó cómo habría sido para esos chicos haber crecido en ese lugar, despertar y ver todos los días las mismas caras, sin cambios. No podría decir si era bueno o malo. Pero definitivamente debía haber sido tranquilo. Muy tranquilo.

Ya había puesto una mano en la puerta para empujarla y encontrarse con Alice y Miranda en la cafetería cuando una voz lo sacó de sus pensamientos.

-sigues en las nubes cariño- dijo Jessica acercándose a su derecha con un paso tan firme como elegante y una sonrisa traviesa -¿tú no cambias verdad?-

-en cambio tú si- respondió Alex pacíficamente devolviéndole la sonrisa -¿Jessie?-

Jessica se paró a unos centímetros de Alex con las manos en las caderas. Sus ojos verdes quedaron frente a frente fijos en los de Alex -¿sabes que eres el único que me llama así ahora?-

-no me sorprendería. Siempre has tenido tus propios métodos para lograr lo que quieres. Pero no pensé que te encontraría con esta nueva… reputación. ¿Tienes todo lo que quieres?-

-el problema es que nunca tengo todo lo que quiero- respondió Jessica jugando con el cuello de la camisa de Alex.

-porque siempre quieres más-

Jessica asintió divertida -tú si me conoces-

Alex tomó delicadamente las manos de Jessica para quitárselas de encima –tal vez no tanto- negó este entrecerrando los ojos -no sé si me gusta lo que eh oído de ti. Parece que no hay muchas personas ahora que quieran estar cerca de ti-

Alex vio la mirada de Jessica ensombrecerse. O tal vez había sido su imaginación, porque un segundo después estos estaban brillando como los de un gato al acecho -al contrario cariño. Todos me respetan ahora. Todos se pelean para estar a mi lado. Estando a mi lado se vive bien. Estando en mi contra…- Jessica soltó un suspiro de alegría -como sea. Tú no tendrás por qué averiguarlo- continuó jugando ahora con el cabello del chico -ahora que estás de vuelta, serás la persona que más cerca tendré. Como en los viejos tiempos-

Alex ladeó la cabeza y volvió a apartar las manos de Jessica esta vez sin rastro de delicadeza -el problema- comenzó a decir dando un paso hacia atrás de forma desafiante -es que ya no estamos en los viejos tiempos. Y absolutamente no me gusta esta nueva versión de Jessica Durance-

Jessica sintió como si un globo de agua helada le hubiera reventado en la cara. Algunos chicos veían la escenita desde lejos. Obviamente tenían que hacerlo desde lejos. Alex había tenido razón en una cosa. Nadie quería estar tan cerca de Jessica Durance. Por lo menos no de esa Jessica. Antes de que Alex hubiera puesto una mano en la puerta esta lo llamó con un tono de voz totalmente nuevo para él al igual que la persona que vio al volverse hacia ella. La sombra en sus ojos que antes había visto como un flash amenazador ahora estaba firme en su mirada y estaba siendo totalmente dirigido hacia él -Alex- dijo con una voz tan fría y suave que podía hacerte temblar -hay otra cosa nueva en mí. Ahora ningún chico me dice que no-

Alex se reacomodó la mochila sobre su hombro -¿y yo qué soy?- concluyó entrando de una vez a la cafetería y dejando atrás otro pedazo del pasado. A una vieja amiga.

Tanto Alice como Miranda se habían quedado de piedra al ver entrar a Clay a la cafetería. Una de las cosas que la pelirroja sabía de primera mano sobre Clay era que podía llegar a hacer una que otra estupidez. Pero Clay seguía una filosofía esencial en su vida: antes solo que mal acompañado. Y claramente Rayan Miller era la peor compañía del universo. Pero ahora él estaba ahí. Sentado en esa mesa a un lado de Rayan y siendo rodeado por todos esos chicos con cabello cubierto gel y esas chicas con minifalda y brillo labial. Jack se había acercado a las chicas tan relajado que al verlo sentirías ganas de ir a la playa o a comer un helado en el parque. El agua de le piscina siempre tenía ese efecto en él. Pero ahora se preguntaba si era por la piscina misma o por su recién descubierta afinidad con el agua. Sin embargo la tranquilidad con la que se había acercado se esfumó al contemplar lo que las chicas miraban boquiabiertas, y tampoco pudo evitar que la mandíbula se le callera al piso con eso.

LOS 4 ELEMENTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora