Capítulo 8.

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-Alice, tu no debiste levantarte-

-solo me desmayé, no me rompí las piernas-

Clay iba de tras de Alice mientras ésta hacía todo el esfuerzo posible por seguir adelante sin marearse. En cuanto había despertado con el sobre salto de un mal presentimiento se había parado como rayo y había intentado salir corriendo tras Jack y Miranda. Clay se había dado cuenta y de inmediato intentó recostarla en la cama de nuevo, pero esta había parecido adquirir la fuerza de mil hombres a pesar de su aspecto gelatinoso.

-Alice, te vas a caer- insistió Clay mientras atravesaban los pasillos hacia la biblioteca.

-yo puedo- rezongó Alice mientras se detenía y se recargaba fatigosamente contra la pared.

Clay se acercó sigilosamente -te lo dije-

Alice suspiró y se deslizó hacia abajo aún recargada contra la pared para terminar sentada en el suelo. Clay dudó un momento y después se sentó junto a ella. Alice lo miró.

-gracias- dijo ella viéndolo a los ojos -por salvarme-

-no hay de que- respondió él con una sonrisa.

Alice volvió a suspirar y dirigió su mirada al pasillo que tenía que recorrer para llegar a la biblioteca -deberías ir con ellos- dijo aún angustiada por André -yo estaré bien-

-no- respondió Clay haciendo que Alice volviera a verlo a los ojos él se levantó y siguió hablando -iremos juntos. En realidad puedes caminar, pero te levantaste tan rápido que te mareaste- entonces le extendió la mano para ayudarla a levantarse -despacio- agregó él mientras ella lo tomaba de la mano y se apoyaba en él para levantarse lentamente. El mareo había desaparecido.

-Wou- dijo ella -gracias-

-vamos-

André estaba sintiendo como la respiración se le cortaba y sabía que si no hacía algo pronto fallaría en su misión. Entonces el sonido de una puerta abriéndose llamó su atención.

-¡André!- escuchó el grito de Miranda en algún lugar de su mente.

Entonces Sebastian se materializó frente a André con un rostro que reflejaba una mezcla entre fastidio y sorpresa, el agarre de su cuello desistió un poco, sin embargo aún era lo suficientemente firme como para impedir que su respiración se regulara. André no perdió tiempo en efectuar el hechizo que lo salvaría, aprovechó la distracción de Sebastian y con un destello de luz blanca el pelirrojo salió volando por el pasillo cayendo entre el montón de libros. El otro cayó al suelo apoyándose con una pierna para levantarse mientras se frotaba el cuello con una mano. Sebastian se levantó desorientado, se había sentido como un balde de agua helada salpicándole la cara, tenía los labios tenuemente morados y la piel más pálida de lo normal. Entonces Jack y Miranda llegaron a un lado de André.

Sebastian miró a los chicos con ojos amenazadores que hicieron a Miranda retroceder. Sentía frio por el ataque de André y su cuerpo temblaba levemente. Alzó sus manos temblorosas y como si demonios furiosos recorrieran la habitación en un remolino de furia las persianas se cerraron permitiendo solo unos cuantos reflejos de la luz. Entonces las sombras se multiplicaron y como un capitán dando la orden de atacar Sebastian hizo que las sombras fueran hacia ellos.

Miranda no le pensó, no lo imaginó y ni siquiera pudo controlar el grito que salió de su boca al mismo tiempo que levantaba su mano para protegerse del ataque, solo logró ver el destello de luz antes de cerrar los ojos.

-Miranda- escuchó su nombre salir de una voz conocida. Clay y Alice habían llegado justo a tiempo para presenciar la maravillosa escena de Miranda despidiendo un brillo tan segador que por momento todos habían cerrado los ojos. Ya no había sombras alrededor, y las persianas habían vuelto a abrirse.

LOS 4 ELEMENTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora