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EL SILENCIO DE OCULTAR LA VERDAD

Al despertar a la mañana siguiente, una dulce sensación de felicidad y emoción me invadió al recordar el encuentro con Lysander la noche anterior. Una sonrisa se extendió por mi rostro mientras revivía los momentos compartidos, y el recuerdo de su presencia cercana me hizo sentir un cosquilleo de mariposas en el estómago.

Con cada pensamiento en él, mi corazón parecía latir con más fuerza, alimentando la anticipación y la alegría que llenaban mi ser. Sabía que el día por delante estaría lleno de posibilidades, y me sentía lista para enfrentar cualquier desafío con una renovada sensación de esperanza y determinación.

Mientras me levantaba y me preparaba para enfrentar otro día en el castillo, sabía que tendría que lidiar con las miradas y los cotilleos en los pasillos sobre mi pareja. A pesar de la atención no deseada, me sentía decidida a no dejar que las opiniones de los demás me afectan. Con la cabeza en alto y una determinación renovada, me dispuse a enfrentar el día, recordando que lo único que importaba era la conexión especial que compartía con Lysander.

Con paso decidido, salí de mi habitación y me dirigí hacia la escalera que conducía a la pista de entrenamiento. Mientras caminaba por los pasillos del castillo, noté las miradas curiosas de algunos transeúntes, pero me esforcé por ignorarlas y mantener mi enfoque en mi objetivo.

Al llegar a la escalera, subí los escalones con determinación, sintiendo la anticipación crecer en mi interior. Sabía que el entrenamiento sería una oportunidad para liberar tensiones y concentrarme en mejorar mis habilidades.

Finalmente, llegué a la pista de entrenamiento, donde el sonido de las espadas chocando y los gruñidos de esfuerzo llenaban el aire. Con una sonrisa determinada, me preparé para sumergirme en la práctica y dejar que mi mente se centrara en el arte del combate.

Al acercarme al grupo, Amalia me saludó y me uní a ellos con una sonrisa. Sin embargo, las palabras de Dash me hicieron fruncir el ceño.

-Escuché que hoy no había entrenamiento- dijo, expresando su sorpresa.

-No puede ser- respondí -Perder un día de entrenamiento es como rendirse antes de empezar. Necesitamos aprovechar cada oportunidad para mejorar nuestras habilidades y estar preparados para el ataque- agregué, compartiendo mi convicción de que la dedicación y la disciplina eran clave para nuestro éxito en la guerra.

Nos dirigimos juntos hacia la pista de entrenamiento, listos para enfrentar cualquier desafío que se nos presentara.

-Buenos días a todos- nos saluda el señor Harris- como verán el día de hoy no tendremos entrenamiento por órdenes del rey.

El anuncio del señor Harris resonó en la pista de entrenamiento, dejando un silencio tenso en el aire. La noticia de que no habría entrenamiento por órdenes del rey cayó como un balde de agua fría sobre nosotros, dejándonos perplejos y preocupados.

- ¿Cómo es posible? -murmuró Amalia, reflejando el desconcierto que todos sentíamos.

-No podemos permitirnos perder un día de entrenamiento- interrumpió Dash, su tono de voz reflejando su frustración.

Las miradas preocupadas se intercambiaron entre nosotros mientras intentábamos comprender la razón detrás de esta decisión repentina. Sin embargo, sabíamos que debíamos obedecer las órdenes del rey, incluso si no entendíamos completamente sus motivos.

Con un suspiro resignado, nos dispersamos, cada uno llevando consigo la incertidumbre sobre lo que el futuro nos deparaba y la determinación de estar preparados para cualquier eventualidad.

Llamas de devoción la historia de amor de dos Dragones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora