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EL CHICO DEL BOSQUE


Al ver la nueva pista de obstáculos, me detengo y reconsiderar si vale la pena arriesgar mi vida por una guerra sin sentido. Sin embargo, una voz interna me recuerda que debo lealtad al rey y que es mi deber cumplir con sus órdenes. Desviando mis pensamientos, me lanzo al suelo justo a tiempo para esquivar las navajas que amenazan con herirme. Una de ellas alcanza mi muslo, pero ignoro el dolor y continúo con determinación.

Corro hacia la pared llena de púas, me impuso sobre la cuerda y escaló lo más rápido posible. Al llegar a la cima, me detengo sin aliento y observo mi muslo sangrante. Rápidamente, rasgo mi camisa y me vendo la herida para detener la hemorragia. Desciendo con cuidado y me encuentro con unas navajas giratorias. Analizo cada movimiento antes de correr, evitando que una de ellas me corte la garganta. Pasando el obstáculo sin un rasguño, me acerco a la pared que debo escalar nuevamente.

Aguantando el dolor en mis brazos, alcanzo la cima y me impulso para rodar hacia el final. El señor Harris me comenta sobre mi lentitud y la necesidad de mejorar, asiento con determinación y me uno al grupo.

Amalia me saluda con una sonrisa reconfortante, intentando levantar mi ánimo. Reconozco su amabilidad, aunque en la práctica siempre ha sido la más ágil entre nosotros. Le agradezco sus palabras, pero no puedo evitar sentirme frustrada por mi desempeño y preocupada por la herida en mi muslo que necesita atención urgente.

-Estás celosa de mi-, me dice cruzándose de brazos. -Además, el señor Harris dijo que me ayudaría en la batalla.

Me alegro por mi amiga, ya que con ella podemos ganar la guerra y ser libres por fin, aunque nunca nos dijeron cuál es la razón por la que ambos reinos están en guerra. Aún así, estamos aquí luchando por sobrevivir y ganar.

-No cantes victoria todavía- le dice Dash. -Algún día voy a superarte, Amalia, y por fin dejarás de presumir- Dash es otra de las chicas que conocí cuando era pequeña; siempre estuvo conmigo en todo momento.

-Claro- le dice Amalia-Te creeré cuando Elowen pueda pasar todos los obstáculos sin salir sangrando- Tiene razón, en todos los obstáculos que hemos recorrido siempre salgo sangrando.

-No seas dura con ella-le dice Dash.-Ven, Elowen, vamos a llevarte a que te revisen- Dash me lleva donde Magui. Ella me ayuda a apoyarme para caminar, ya que la herida en mi muslo duele muchísimo. Al entrar en la pequeña área donde se encuentran los mejores curanderos, encuentro a Magui esperándome.

-¿Qué tenemos hoy?- pregunta buscando las vendas. Magui me vio crecer aquí y siempre fue la encargada de curarme después de los entrenamientos.

-Una navaja rozó el muslo-explico Dash, mientras tanto yo me encontraba mirando el lugar. Ya me acostumbré a pasar gran parte de mi vida aquí, pero siempre parece la primera vez que entré cuando tenía 5 años.

-Si sigues viniendo con heridas, no estarás lista para combatir-me dice. Y tiene razón, pero ¿qué quiere que haga? Cada día me esfuerzo por salir ilesa, pero bueno, no siempre obtengo lo que quiero.

-Lo intento, Magui- le dije mientras esta se encargaba de mi muslo ensangrentado. Después de vendarlo y tomar un medicamento asqueroso, pensé que Magui tenía razón: no estoy lista para la guerra. Me sentía frustrada por todo; esta guerra nos está consumiendo y acabará con nosotros.

-Aquí estás- salgo de mis pensamientos para ver a Steve. Él era uno de los mejores entre nosotros, al igual que Amalia. -El rey quiere verte, Elowen-me dijo. <<Mierda>>, el rey quería verme. Eso no me dice nada bueno; era consciente de que era una de las que siempre se lastimaba, pero el rey nunca me había llamado.

Llamas de devoción la historia de amor de dos Dragones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora