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PRISIONERA DE LA OSCURIDAD

(ELOWEN)

A medida que pasaban los días en Mythrandia, me sentía cada vez más en sintonía con el lugar y con mi relación con Lysander. La serenidad y la felicidad que experimentaba aquí eran incomparables con cualquier otra cosa que hubiera sentido antes. Aunque en algún momento sentí un ligero atisbo de culpa por dejar atrás mi nación, esa sensación se desvaneció rápidamente ante el amor y la tranquilidad que encontré en este lugar.

Junto a Lysander, exploramos los rincones más hermosos de Mythrandia, compartimos momentos de risas y complicidad, y construimos sueños para nuestro futuro juntos. Cada día era una nueva aventura, llena de amor, comprensión y apoyo mutuo.

Aunque sabía que mi decisión de quedarme en Mythrandia podría ser mal vista por algunos, en mi corazón sabía que era la elección correcta para mí. Aquí, con Lysander, encontré un hogar y un compañero con quien compartir mi vida, y eso era lo que más importaba.

Así, mientras me sumergía en la belleza y la armonía de Mythrandia, me sentía agradecida por haber encontrado mi lugar en el mundo y por tener a Lysander a mi lado, listo para enfrentar cualquier desafío que la vida nos trajera.

Pero nuestra felicidad llegó a su fin cuando debió volver a sus deberes reales. Con el paso de los días, la fecha de la coronación de Lysander se acercaba cada vez más, y podía ver el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. A medida que se sumergía en sus deberes reales, su estrés y nerviosismo aumentaban, y eso comenzaba a afectar nuestra relación y su bienestar.

Intentaba estar a su lado en todo momento, brindándole mi apoyo incondicional y tratando de aliviar su carga tanto como podía. Sin embargo, la presión de su futuro papel como rey era abrumadora, y a veces me sentía impotente al verlo luchar con sus preocupaciones.

A pesar de sus esfuerzos por mantenerse fuerte y enfocado, podía ver los signos de agotamiento en sus ojos cansados y en su postura tensa. Me preocupaba profundamente por él, deseando poder hacer algo más para ayudarlo a sobrellevar esta difícil etapa.

Juntos, enfrentábamos cada desafío que se presentaba, encontrando consuelo y fuerza en nuestra unión. Aunque sabía que el camino hacia la coronación sería difícil, estaba determinada a estar a su lado en cada paso del camino, apoyándolo en todo momento.

Mientras caminaba por las pintorescas calles del pueblo, disfrutaba del bullicio y la energía de la gente que se preparaba para su día. Pasé por los diversos puestos de mercado, explorando los productos frescos y artesanías locales que ofrecían.

Finalmente, encontré lo que estaba buscando: una cesta de mimbre y una manta suave para nuestro picnic. También compré algunas delicias locales, como quesos, frutas frescas y una botella de vino.

Me dejé llevar por la melodía alegre que flotaba en el aire, disfrutando de la música que emanaba de las calles del pueblo. La energía contagiosa de la música y la danza me envolvieron, haciéndome olvidar temporalmente mis preocupaciones y sumergiéndome en el ambiente festivo del lugar.

Caminé entre los lugareños, admirando sus coloridos trajes y sus movimientos gráciles mientras bailaban al ritmo de la música. Me sentía parte de la comunidad, compartiendo su alegría y celebrando la vida junto a ellos.

Después de un rato, continué mi camino de regreso al castillo, llevando conmigo el espíritu festivo del pueblo y la emoción por el día de campo que estábamos planeando con Lysander.

Estaban arreglando la calle que me llevaba al castillo así que tome un atajo por un callejón, Me detuve por un momento, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda mientras escudriñaba el callejón en busca de alguna señal de peligro. Los rincones oscuros y las sombras jugaban con mi imaginación, aumentando mi sensación de inquietud.

Con paso rápido, continué avanzando por el callejón, tratando de despejar mi mente de pensamientos perturbadores. Sin embargo, la sensación de estar siendo observada persistía, como si alguien estuviera siguiéndome en la penumbra.

Traté de mantener la calma, recordándome a mí misma que era solo mi imaginación jugando trucos en mí. Pero cada paso que daba parecía aumentar la sensación de peligro que me rodeaba.

Mi corazón se detuvo por un instante cuando una mano me sujetó con fuerza y otra cubrió mi boca para sofocar cualquier grito. El pánico se apoderó de mí mientras luchaba por liberarme de mi captor, pero su agarre era firme y mis intentos fueron en vano.

El miedo me paralizó mientras trataba de recordar cualquier técnica de defensa personal que había aprendido. Mis pensamientos se volvieron borrosos mientras luchaba por mantener la compostura y encontrar una forma de escapar de esta pesadilla.

Intenté morder la mano que me cubría la boca, pero el agarre solo se hizo más fuerte. Las lágrimas comenzaron a empañar mis ojos mientras la desesperación se apoderaba de mí. Rezaba en silencio por un milagro que me salvara de esta situación aterradora.

El impacto en mi rostro fue como un relámpago de dolor que me dejó aturdida. Todo se volvió borroso y oscuro mientras perdía la conciencia, sintiendo cómo mi cuerpo se desplomaba hacia el suelo. El sonido de mis propios latidos retumbaba en mis oídos mientras la oscuridad me envolvía por completo, sumiéndome en un abismo de inconsciencia.

Me encontraba en una celda, rodeada por las frías paredes de piedra del calabozo de Arcanum. Un escalofrío recorrió mi espalda al darme cuenta de que había sido llevada de vuelta a este lugar que tanto temía. Mi mente luchaba por comprender cómo había llegado allí, pero el dolor en mi cabeza y el recuerdo vago del ataque en el callejón comenzaban a cobrar sentido. Traté de mantener la calma, pero la ansiedad se apoderaba de mí al recordar los horrores que había vivido en este lugar. Mi única esperanza era que Lysander me encontrara pronto y me sacara de este infierno.

-Qué hacías en Mythrandia Elowen- una voz me congelo y sentí como me abarcaba el pánico me gire El rey de Arcanum me miraba con una mirada fría y despiadada, su presencia solo aumentaba mi temor. Tragué saliva antes de responder, tratando de mantener la compostura.

- no sé de qué está hablando- balbuceé, luchando por encontrar las palabras adecuadas mientras mi mente buscaba desesperadamente una explicación creíble.

El rey arqueó una ceja, claramente desconfiado. Sabía que no podía mentirle, pero tampoco podía revelar la verdad sobre mi relación con Lysander. Estaba atrapada en un dilema imposible.

- que raro porque mis hombres te vieron caminar muy alegre por las calles de Mythrandia-me dijo- no me tomes el pelo Elowen o te irá peor- El tono de su voz me hizo estremecer. Sabía que no podía seguir mintiendo, pero tampoco podía revelar la verdad sin poner en peligro a Lysander y a mí misma.

- Lo siento, no puedo decirte la verdad -respondí con voz firme, aunque mis manos temblaban-. Pero te aseguro que no tengo ninguna intención hostil hacia Arcanum.

El rey me miró con una mezcla de incredulidad y furia.

- No tengo tiempo para tus juegos, Elowen. Te he dado una oportunidad para que te expliques, pero parece que prefieres seguir mintiendo. Prepárate para las consecuencias.

Sentí un nudo en el estómago mientras el rey se alejaba, dejándome sola en la oscuridad del calabozo.

Mientras las lágrimas corrían por mis mejillas, mi mente se llenaba de preocupación por Lysander. ¿Qué estaría pensando? ¿Estaría buscándome? ¿Correría peligro al hacerlo? Sentí un profundo remordimiento por haberlo dejado sin explicaciones, pero no había otra opción. No podía arriesgar su seguridad revelando la verdad.

Me abracé a mí misma, sintiendo el frío del calabozo penetrar en mis huesos. La incertidumbre y el miedo me consumían, pero al mismo tiempo, una determinación feroz comenzaba a arder en mi interior. No importaba cuánto tiempo pasara encerrada, no descansaría hasta encontrar la manera de salir de allí y volver junto a Lysander.

Llamas de devoción la historia de amor de dos Dragones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora