Había transcurrido una semana desde el regreso de Rosé a Corea, y la tensión en la casa se sentía como un peso invisible, nadie se atrevía a mencionarla. La joven rubia evitaba quedarse demasiado tiempo en casa. Sus días transcurrían entre paseos con Lisa, ayudándola con encargos, acompañando a Jisoo a sus filmaciones o visitando a otros amigos. Incluso caminaba sola si no encontraba otra opción. Su apretada e improvisada agenda no era más que un elaborado intento de eludir cualquier interacción significativa con Jennie.
Por su parte, la castaña no era ajena al comportamiento de la australiana. Observaba en silencio cómo Rosé evitaba cualquier oportunidad de interacción con ella. Aunque intentaba no mostrarlo, cada pequeño gesto de indiferencia era como una espina clavándose más y más en su corazón. Sin embargo, se refugiaba en su trabajo. La empresa que había fundado con Lisa era un escape perfecto, un lugar donde podía, al menos por unas horas, evitar ahogarse en sus propios sentimientos. En casa, intentaba mantener un perfil bajo: se encerraba en su habitación la mayor parte del tiempo, saliendo solo para las comidas y asegurándose de no cruzarse más de lo necesario con Rosé. Si su presencia ya era incómoda para la rubia, lo último que quería era empeorar las cosas.
Sin embargo, esta tensa dinámica no pasó desapercibida para Jisoo, quien ya para el tercer día se sentía exasperada. Y aunque intentaba ser paciente, había comenzado a arrepentirse de haber convencido a su menor de quedarse tanto tiempo. "Tal vez si solo le pedía unos días más, Jennie habría actuado de inmediato, pero no... tuve que darle un mes entero", pensaba con frustración.
Le había conseguido ese tiempo no solo para que se disculpara y siguiera adelante, sino para que intentaran reconstruir lo que quedaba de su amistad. Pero no. Jennie, con su eterna evasión, estaba tirando esa oportunidad por la borda. Cada vez que le sugería que hablara con Rosé, la castaña encontraba una excusa: que estaba demasiado ocupada, que no era el momento adecuado, "lo haré mañana". Pero los días seguían pasando y nada cambiaba lo que agotaba aún más su paciencia.
Finalmente, decidió tomar cartas en el asunto. Pondría fin de una vez por todas a esa guerra fría unilateral, incluso si tenía que obligarlas a enfrentarse.
Era sábado al mediodía, y la mañana había amanecido tranquila y cálida, con un sol que se colaba suavemente a través de las ventanas. Jisoo caminaba sin prisa por el pasillo, rumbo a la habitación de su mejor amiga. Sin siquiera tocar la puerta, entró como si nada, con la confianza que le daba una amistad de años. Había algo casi maternal en la forma en que lo hizo: segura, tranquila y sin aceptar un "no" como respuesta.
Jennie, quien estaba acostada en su cama con un libro entre manos, levantó la mirada al escuchar la puerta. Frunció el ceño al ver a su amiga entrar sin previo aviso.
─ Claro, Jisoo, puedes pasar. ─dijo con sarcasmo, dejando el libro en la mesa de noche y enfocando su atención en la azabache, quien ya se había sentado en el borde de la cama sin decir una sola palabra, mirándola con esa expresión de "vamos a hablar" que conocía demasiado bien─. ¿Qué sucede?
─ ¿Cuándo vas a hablar con Chaeyoung?
La castaña alzó las cejas, claramente incómoda con la dirección que tomaba la conversación.
─ Por si no te has dado cuenta, ha pasado ignorándome todo este tiempo.
─ Precisamente por eso tienes que arreglar las cosas. ─Jennie abrió ligeramente la boca para replicar─. Y ni se te ocurra decir que estás ocupada, porque sé perfectamente que no es así.
Jennie soltó un suspiro, desviando la mirada hacia sus manos, que ahora jugaban nerviosamente con la tela de su blusa. La verdad era que sí había intentado acercarse a Rosé, pero cada vez que lo hacía, la australiana encontraba una manera de escabullirse. Esa actitud la había desanimado y, finalmente, decidió dejar de insistir para no hacerla sentir más incómoda.

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Última Oportunidad
RandomUna relación secreta algún día ve la luz, Jennie lo sabía, pero no estaba lista para enfrentar la verdad y admitir públicamente que lo que compartía con su compañera de grupo iba más allá de una simple amistad. El miedo fue su peor aliado al cometer...