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Lisa se acercó rápidamente hasta las dos chicas, visiblemente preocupada por el estado de su mayor.

─ ¿Qué pasó?

Jisoo se las arregló para levantar a Jennie del suelo con cuidado. ─ Es mejor que intentes hablar con Chaeyoung, al parecer se encerró en su habitación. ─murmuró mientras mantenía firmemente su agarre en la cintura de la castaña─. Yo llevaré a Jennie a su habitación.

Lisa intentó acercarse a esta última, pero Jisoo la detuvo. ─ Lisa, ahora no.

La pelinegra la miró triste, pero lo entendía, Chaeyoung la necesitaba más. ─ Está bien. Voy a buscar las llaves.

La tailandesa se demoró alrededor de diez minutos en encontrar las dichosas llaves, como no era común utilizarlas, no sabía dónde estaban. Finalmente recordó que se hallaban en su armario, bajo unas cajas.

Con precaución, abrió lentamente la puerta del cuarto de Rosé, el cual estaba sumido en la oscuridad. A pesar de ello, podía distinguir los pequeños movimientos bajo las cobijas que indicaban que su dueña estaba llorando.

─ Chae. ─llamó mientras se acercaba. La australiana no respondió. Lisa se sentó en la cama con cuidado─. Chae, sé que estás despierta. ─dijo con suavidad.

─ Quiero estar sola, por favor. ─Su voz era casi imperceptible por los sollozos.

─ No me voy a ir Chaeyoung ─Lisa destapó suavemente a su amiga, revelando su rostro cubierto de lágrimas─. ¿Tan si quiera has hablado con alguien sobre cómo te sientes o lo has guardado todo para ti sola?

Saliendo de su refugio ante las palabras de su contraria, Rosé se sentó y abrazó fuertemente a la chica frente a ella como si su vida dependiera de ello.

─ Está bien. ─murmuró Lisa, acariciandole delicadamente la cabeza, mientras le susurraba palabras en el oído.

─ No me dejes... ─susurró Rosé, aferrándose aún más a ella, si eso era posible.

La tailandesa contuvo sus propias lágrimas. ─ No lo haré. ─se separó un poco para mirar los ojos de la rubia─. Estoy aquí, no me iré a ningún lado.

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Jisoo estaba acostada a lado de Jennie, con la cabeza de la castaña reposando sobre su hombro. Le acariciaba el brazo en un intento de tranquilizarla, sin resultado alguno.

─ Me odia. ─sollozó Jennie con los ojos cerrados.

─ ¿Te lo dijo? ─Jisoo preguntó en voz baja.

─ No ─hipó─ pero lo sentí.

─ Chaeyoung sigue dolida, conociéndola no ha hablado de esto con nadie durante todo este tiempo, es normal que reaccione así.

Jisoo comprendía la reacción de su australiana amiga; si nunca le dijo a nadie que había sido novia de Jennie ¿entonces cómo podía explicar el motivo por el qué sufría? Además del hecho de que su menor siempre guardaba sus problemas para no preocupar a los demás, ¿en quién pudo haberse apoyado? Se entristeció al imaginar lo sola que debió sentirse.

Jennie lloró aún más, las palabras que Rosé le dijo y la imagen de la chica luciendo tan indefensa se repetían en su cabeza sin descanso. La azabache, se dedicó a abrazarla en silencio.

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La joven rubia se había calmado un poco, los sollozos disminuyeron lo suficiente para que su voz sea comprensible. Dejó el vaso con agua que le había traído Lisa en la mesa de noche.

─ ¿Más tranquila? ─Rosé asintió con la cabeza gacha observando su regazo. Lisa le acomodó unos mechones detrás de la oreja─. ¿Por qué no me lo contaste? ─dijo con tono suave.

Última OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora