Miranda es la amiga perfecta, siempre lista para ofrecer un consejo y ser el refugio emocional de quienes lo necesiten. Sin embargo, detrás de esa fachada se oculta una joven solitaria que solo ha experimentado un beso en toda su vida y, marcada por...
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Estar en una deprimente sala de espera de un hospital no es nada divertido y no ayuda si eres una persona impaciente como yo. Harta de no tener noticias ni de algún doctor ni de Aurora, la cual no volvimos a ver desde el incidente, decido entrar a la habitación. Bueno, en realidad estaba por hacerlo pero al abrir un poco la puerta escuché algo que me hizo dudar si era oportuno o no interrumpir.
–Gracias por salvarme. Que bueno que Miranda entendió lo que le dije– la voz de Cooper es rasposa y más profunda de lo habitual.
–Si, Mimí es muy lista. Gracias a Dios pude distraer a los enfermeros para administrarte la cura yo misma –Aurora está sentada en el borde de la cama con su mano posada en el pecho del chico. Se ve que está mucho mejor.
–Quiero preguntarte algo....– El tono de voz de ella cambia a uno más serio.
>>No debería estar espiando, pero es uno de esos momentos románticos que debo evaluar para continuar con planes a futuros. Aurora no puede juzgarme, después de todo ella acudió a mí<<
–Lo que quieras.
–En la ambulancia, antes que yo interfiriera, los enfermeros intentaron atarte para que te quedaras quieto. Cuando quisieron inyectarte epinefrina, la aguja...– hace una pausa –La aguja de la jeringa se quebró al tocar tu piel. Cualquiera diría que la jeringa estaba defectuosa, pero lo intentaron una segunda vez, y una tercera. Y nada funcionó. Luego tú....Comenzaste a hablar en otro idioma. Uno muy extraño –rie entre dientes, juega con su cabello y continúa hablando –Es por eso que te dí de beber del frasco y no te inyecté nada.
Desde el pequeño espacio que la puerta me permite ver, logro percibir un cambio en la mirada de él. Sus ojos se ensombrecen y sus facciones son más duras, eso dura solo unos segundos. El rostro de Cooper regresa a ser el mismo de siempre en tan solo un pestañeo.
–Me asusté mucho, Coop ¿Podrías explicarme lo que ví?
–No lo sé pequeña. Es posible que haya sido un efecto secundario de la reacción alérgica, tal vez alucinaciones. Ya no importa– al decir eso se endereza en la cama y toma la mano de Aurora. –¿Sabes? Lo bueno de todo esto es que conocí un poco más de ti, una nueva faceta que me gusta mucho.
Lentamente Cooper se acerca a su rostro, ella cierra los ojos, y yo doy media vuelta por donde vine.
¿Piel impenetrable? ¿Palabras en otro idioma? El shock de Aurora parece haber sido más grande de lo que había imaginado.
Al regresar con Alex le pido amablemente que me lleve a casa. Con Cooper en mejor estado y más cerca que nunca de Aurora ya no tengo nada que hacer aquí. Le encargo devolver la mochila a su dueño. Alex me acompaña a casa sin rechistar, nos despedimos con un rápido abrazo, y me arrojo a mi cama a penas llego. Caigo en un profundo sueño con facilidad.
A las seis de la mañana es Leo quien me despierta. Miro al gatito con mala cara pero no logro enojarme al ver sus magnéticos ojos. Lo cargo en los brazos al levantarme de la cama y camino con pesadez hacia la cocina.