–Miranda...- escucho una voz a lo lejos– Miranda, ya despierta– poco a poco oigo con más claridad –¡Miranda llegarás tarde!
–¡Ah!
Caigo de la cama y aterrizo de cara al suelo. Entre quejas me reincorporo, parpadeo despacio para acostumbrarme a la luz del día. Una vez que me ubico en el espacio-tiempo donde me encuentro, miro a mi madre desorientada.
–¿Qué hora es?
–Las ocho y media de la mañana.
–¡No! ¡Mi examen es a las nueve!
Me levanto de manera brusca, sin darme cuenta que sigo casi desnuda. La toalla que me envolvía cae a mis pies. Avergonzada la levanto y tapo como puedo mi cuerpo.
Mi madre se desplaza en la habitación como si nada pasara, abre las ventanas y entra a mi baño.–Por lo que veo, llegaste tan cansada anoche que te dormiste a penas saliste de la ducha. Mira esta cantidad de agua, Miranda ¿Y esta ropa empapada?
–Lo siento, yo...– frunzo el ceño de repente –¿Me quede dormida? ¿Entonces todo fue un sueño?
Dirijo una rápida mirada al bolso que llevé ayer a la casa de Cooper y pienso un momento:
>>Si la pluma sigue en su lugar, entonces Cooper jamás vino por ella, y jamás me miró como lo hizo en ese sueño, y jamás de los jamases sus iris cambiaron de color<<–Tu padre se fue a trabajar, así que no sé cómo harás para llegar a tiempo a tus clases.
Alejo toda idea de revisar el bendito bolso. No tengo tiempo ahora. Si no pienso en el asunto no me afectará.
–Ma ¿Alimentas a Leo por mí?– apurada voy hacia el armario.
–Ya lo hice.
Saco de mi armario la prenda de ropa más rápida de colocarme: un vestido, largo y de un azul oscuro. Las reglas de la universidad no aprueban ciertos estilos modernos de moda.
Mi madre canturrea en el baño mientras me visto. Tomo mi mochila y corro hacia el espejo en mi mesita de noche.>>Ok me veo horrenda, no importa<<
Peino un poco mi cabello con los dedos, acomodándolo como puedo. Una vez lista salgo lo más rápido que me permiten los pies.
–¡Adiós mamá! Veré si corriendo alcanzo algún taxi en el camino.
–¡Suerte! ¡No olvides comer algo!– grita por la ventana cuando ya estoy fuera de la casa.
Corro por la acera viendo pasar autos a mi lado. Vivir en el centro de la ciudad tiene sus desventajas referidas al duro tráfico y a la contaminación sonora.
El sol me pega de lleno en el rostro. Tuve suerte al menos en elegir qué ponerme acorde al clima.–¡Oye, lindura! ¿Te llevo?
El apodo es nuevo para mí por lo que al principio no tengo la intención de parar. Hasta que veo un auto perfectamente conocido acelerar a mi lado y frenar en la esquina de la calle.
Sonrío feliz de haber conseguido transporte.
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Cupido No Se Enamora
RomantizmMiranda es la amiga perfecta, siempre lista para ofrecer un consejo y ser el refugio emocional de quienes lo necesiten. Sin embargo, detrás de esa fachada se oculta una joven solitaria que solo ha experimentado un beso en toda su vida y, marcada por...