• 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 12•

22 5 0
                                    

El día viernes llegó sin percances

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El día viernes llegó sin percances. Logré despertarme temprano y sin ayuda. Alimenté a Leo antes de salir de casa, esta vez caminando tranquilamente hacia la estación de autobús más cercana.
El profesor Gómez ayer nos informó que iba a faltar por problemas personales, por lo que tengo libre dos horas.

Hago señas al autobús para que frene. Al subirme e indicar dónde voy, reconsidero lo que estoy a punto de hacer. Mi corazón dice que es lo correcto. Lo haré por Aurora.

Quince minutos después estoy frente a casa de Cooper.
Camino dudativa hacia la puerta. Tomo aire y llamo al timbre. Espero varios minutos impaciente. Como no obtengo respuesta intento abrir. La puerta cede sin problemas.

–¿Quién en su sano juicio deja sin seguro su casa? Podrían robarle– susurro al entrar. Cierro la puerta detrás de mí –¡Hola! ¿Cooper?

Me impacta un poco cómo es la majestuosa entrada. Todo es tan blanco y limpio que hasta me da la impresión de que mi casa pasaría como un basurero en comparación a este lugar.
Avanzo a través del recibidor, encontrándome con una enorme escalera de caracol en el centro de la sala.

–¿Hay alguien en casa? Vengo en paz ¡No robaré nada!– grito mirando hacia los lados. No recibo respuesta alguna.

>>Ya mejor me voy. Estoy perdiendo el tiempo<<
Con eso en mente doy media vuelta. Me retiro la mochila y de ella saco la pluma más bella que hayan visto mis ojos, pero también la más problemática. La dejo incrustada en una maceta que encuentro cerca de la puerta.

–Listo. Ahora no le debo nada.

Felizmente salgo de la casa.
Y podría haberme ido del lugar, pero otra vez mi mente me juega en contra. Me detengo a medio camino de la acera.

>>No puedo irme así. Si no hablo con él, entonces el asunto no quedará cerrado. Debo decirle sus verdades en la cara<<

De repente oigo sonidos extraños, como si estuvieran estampando algo contra concreto. Provienen de la casa  pero no son tan cercanos como para ser del interior.
Inmediatamente pienso en el jardín trasero ¡Por supuesto! El chico raro debe de estar ahí.
Rodeo la casa con la curiosidad picando. Trato de esta vez no hacer demasiado ruido.

Al asomarme veo a Cooper sin camiseta. Está de espaldas a mí. Desde la distancia en la que lo estoy viendo, quedo impresionada. Sus brazos estirados le dan a su ancha espalda el aspecto de un cuerpo esculpido. Está sosteniendo un arco a varios metros de distancia de blancos circulares frente a él. Está practicando arquería.
De su pequeña mochila—parece diminuta a comparación de aquella espalda— saca otra flecha.
Su cabello parece brillar incluso más desde este ángulo.

Cupido No Se EnamoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora