• 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 22•

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A pesar de las nauseas poco a poco mi conciencia había regresado

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A pesar de las nauseas poco a poco mi conciencia había regresado. No sé en qué momento cerré los ojos pero al abrirlos me encontraba en ropa interior, con Clarence desvistiéndose por la parte de arriba. Comencé a llorar en silencio. Mi pecho dolía de desilusión, sentía como si me estuviese apuñalando. 

–No quiero, no quiero– negué con fuerza y lo empujé con las pocas fuerzas que tenía. 

Clarence se hizo para atrás, frunció el ceño y se abalanzó sobre mí otra vez. 

–Quédate quieta que así no es divertido.

–¡AYUDA!

Atiné a gritar solo una vez. Él tomó mis manos y las llevó a mi espalda, con la otra tapó mi boca fuertemente. Sus ojos ahora me miraban con rabia.

–¿Quién te entiende? Primero dices que te gusto y ahora me rechazas. Te informo que yo no dejo las cosas a medias.

Forcejeé un rato en lo que mis ojos se empañaron tanto que dejé de ver con claridad. Cuando pensé que estaba perdida, un fuerte golpe nos sorprende a ambos. La puerta de la habitación se abrió de golpe. Gritos e insultos inundaron la habitación. Clarence se alejó de mí porque alguien lo sacó de la cama tomándolo del pie. El golpe seco de su cuerpo cayendo al suelo me hizo levantar de la cama y agarrar mi vestido del suelo. Me vestí mientras sollozaba incontrolablemente. La bilis se me subió a la garganta y corrí al balcón esquivando a los dos cuerpos que luchaban en el suelo. Vomité lo poco que tenía en el estómago.

–¡Miranda por Dios!

Sentí que alguien sujetaba mi cabello y me alejé horrorizada. Limpié mi boca y me giré. Aurora se había agachado frente a mí con preocupación. Observé hacia el interior de la habitación y me di cuenta de quién había sido el que irrumpió en el lugar. 

–Alex– susurré. 

Mi amigo estaba sobre su primo propinándole puñetazos con ira absoluta. Su cara se había enrojecido del enojo y no paraba de gritarle groserías.
Lloré asustada ante la escena y tapé mi rostro. Aurora notó la razón de mi angustia y corrió hacia su hermano rogándole que parara. No me había atrevido a destapar mi rostro cuando los insultos cesaron, oí pasos apresurados alejándose de la habitación, y otros acercándose a mí.

–Enana...¿Estás bien?

La voz de Alex me incomodó aún más. No quería que nadie me mirara en ese estado, no así. No podía entender cómo Clarence podía ser tan cruel. Envuelta en lágrimas de rabia y desilusión, me levanté con ayuda de Alex. Acomodé mi ropa mirando el suelo, mi cabello ocultó mi rostro. Por un momento sentí que nadie podría ver lo decepcionada que estaba. Antes de que Alex hiciera el intento de tomarme en brazos yo salí corriendo, dejando atrás la vergüenza y las miradas juzgadoras que se habían aproximado con curiosidad a la habitación. En ese momento, supe que no solo había perdido mi primer beso, sino también la confianza en algo que alguna vez había considerado hermoso.

Cupido No Se EnamoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora