Me escabullo por la puerta giratoria del edificio. Muchas personas vienen y van en distintas direcciones, cada una en lo suyo, y muchas de ellas con uniforme de oficina. Cooper se adelanta y va directo a las escaleras. Me suelto el cabello y termino de abotonar el saco que papá me me prestó para pasar más desapercibida.
Subo escalón tras escalón deseando que el tonto se detenga en alguno de los pisos. Al parecer el edificio posee en sus primeros diez pisos complejos de oficinas de todo tipo. Luego del decimo quinto piso me agito, siento que las piernas flaquean, mi respiración esta entrecortada. Oigo los pasos de Cooper subir vertiginosamente como si estuviera dispuesto a ir al último piso sin problema.
>>El último piso<<
Me detengo al llegar a una sala repleta de aparatos y luces gamer, para descansar. Mis ojos van directo a un ascensor. Esquivo algunos chicos que pasan sin mirar y me meto en el elevador. Presiono el botón del último piso deseando que mi intuición esté en lo correcto.No puedo evitar la tentación y me siento en el suelo intentando regular mi respiración. Mi falta de ejercicio me dificulta bastante mis misiones de espionaje al parecer.
>>Primero entro a su casa por la noche y ahora lo sigo. Genial Miranda, parece que tú eres la loca enamorada, y no tu amiga<<
La puerta no se abre hasta que por fin llego al piso número cincuenta y cinco. Temerosa de que me descubran salgo del elevador e inmediatamente me oculto detrás de una enorme maceta en el pasillo.
En este lugar parece no haber nadie. Incluso tiene un aspecto más descuidado que los demás. La alfombra en el suelo es de color marrón sucio, la mayoría de farolas en el techo están descompuestas y visualizo varios rincones con manchas de humedad.
El piso cincuenta parece completamente ajeno a la tecnología de los demás pisos.Oigo los pasos de Cooper acercarse a la cima de las escaleras. Su silueta a penas se visualiza cuando pasa por delante mío. Se dirige al final del estrecho pasillo. Allí yace una simple puerta blanca iluminada con un foco justo arriba de ella. En el centro de esta puerta, donde la madera parece haber envejecido, se encuentra una aldaba de bronce oxidado.
>>¿Y si es el apartamento de una mujer? De otra mujer<<
Imagino un dramático escenario mientras me preparo para grabar la escena con mi celular. Estoy a unos seis metros por lo que tengo una buena vista.Cooper toca tres veces la puerta sujetando la aldaba y dice una frase que me pone la piel de gallina: –Sinite intrare subditum sitientem sapientiae tuae*.
>>Latín. No entiendo lo que dice, pero es latín. El baúl que encontré en su sótano tenía ese idioma escrito<<
La madera rechina cuando la puerta se abre. No logro ver quién es el responsable por culpa de la oscuridad que reina dentro de la habitación. Cooper entra y yo guardo mi celular.
Me preparo para el fin de mi aventura cuando pienso que la puerta se cerrará. Pero por suerte o por descuido, no sucede. La habitación queda abierta, como invitándome a que entre. Me acerco lentamente ignorando lo acelerado que está mi pulso.
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Cupido No Se Enamora
RomanceMiranda es la amiga perfecta, siempre lista para ofrecer un consejo y ser el refugio emocional de quienes lo necesiten. Sin embargo, detrás de esa fachada se oculta una joven solitaria que solo ha experimentado un beso en toda su vida y, marcada por...