• 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 17•

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Me despierto al sentir una suave y pequeña pata que me toca suavemente la mejilla

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Me despierto al sentir una suave y pequeña pata que me toca suavemente la mejilla. Gimo, intentando apartar el gato lo más suavemente posible, mientras Leo de frota contra mi mano y pasa a mi cara.
Cuando logro apartar al minino, tomo mi celular sin mirar.
Son las 7:00 a.m. y he dormido solo una hora. Fantástico.

Media hora más tarde ya me encuentro lo suficientemente arreglada para que nadie sospeche de que estuve toda la noche pensando en el sentido de la vida, y cómo la existencia de dioses místicos afecta a lo que creía real e irreal.

Mis padres hablan animadamente sobre temas banales, lo que me hace mirarlos con curiosidad.
Me pregunto si algún hijo de Cupido se habrá encargado de reunir a mis padres, o si fue algún semidios quien separó con una de sus flechas a mis tíos y por ello se divorciaron.

El amor pierde sentido para mí si está influenciado por magia celestial ¿Sino qué caso tiene enamorarse si fue a causa de la influencia de alguien más, en vez de los sentimientos de uno mismo?
No me agrada la idea de un día terminar babeando por alguien a causa de un piquete en el culo, que resultó ser la flecha de un ángel.

De manera mecánica termino mi desayuno y reúno mis cosas para ir a la universidad.

–Que callada has estado desde ayer.

La voz de mi mamá me regresa a la realidad.

–Estoy algo atrasada con la universidad y eso me tiene algo ida, eso es todo– me levanto de la mesa colgando mi bolso al hombro.

–¿Segura?

–Sí, ma. Adiós, me voy en autobús– dejo un beso en su mejilla y doy media vuelta para irme, pero ella me detiene.

–¿Qué sucedió con aquél chico, el que hizo llorar a mi Aurora?

Intento ocultar mi incomodidad respecto al tema encogiendome de hombros.

–No estaba en casa cuando fui a verlo.

–Tu padre me contó algo así, pero quería oír más detalles de tu boca. Al parecer la vejez le está llegando, porque no recuerda de qué hablaron tú y él en el trayecto de vuelta aquí.

Sonrío forzada sin saber qué decir.

–Se me hace tarde.

–Oh sí sí, luego me cuentas– me besa en la frente –Que Dios esté contigo, mi niña.

>>Ojalá todos los dioses y semidioses se mantengan lejos de mí, mamá<<

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Aurora no asistió a clases, lo cual es una muy mala señal.
Mi amiga podrá salir de clases cuando se le antoje, y tal vez no tenga mucha disciplina para llegar temprano todos los días, pero si hay algo que sé de ella es que cuando no sale de casa es porque: a) tiene resaca; b) está deprimida y no quiere que la vean así. Conociendo sus circunstancias, me inclino por la segunda opción.
Incluso Peggy, que hacían varias semanas que no la veía, me preguntó qué había sucedido con Aurora.

Cupido No Se EnamoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora