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La tenue luz de la luna iluminó mi habitación. Tire el lápiz sobre la mesa y deje caer todo el peso de mi cuerpo en el respaldo de la silla, mire el reloj colgado en mi pared, ya era más de media noche y me había quedado dormida haciendo los trabajos de las clases que no entre por andar en dirección.
Prendí la lámpara de noche, observando el reguero de hojas y colores en la mesa. Rápidamente escombre todo y puse las cosas que ocuparía más tarde, baje a la cocina por un vaso de gua, encontrándome con mi madre comiendo.
— ¿Que haces despierta a estas horas, cariño? - sonreí en respuesta, sentándome frente de ella para conversar.
— me quedé dormida haciendo trabajos, acabo de despertar - mi madre me sonrió con ternura, tomando mi mejilla y admirando mi rostro.
Me preguntó cómo hubiera sido nuestra vida, si todo esto no hubiera pasado. Si mi padre hubiera luchado por nosotros.
Me pare de golpe obteniendo su atención.
— me voy acostar, descansa - asintió con una sonrisa.
— que duermas bien cariño - hice un ademán con la mano y salí del lugar .
Al llegar a mi cuarto me recargue en la puerta y me deje caer. Se sentía tan irreal, todos mis días de rutina eran la realidad de una vida sin filtros, tanto así, que una simple charla con mi madre se sentía tan irreal, como si acabará de filmar una escena de telenovela.
Este día sin duda fue muy largo y agotador. Ni siquiera pude hablar bien con Vladimir por qué se tuvo que ir casi al instante de dejarme en casa. En una casa vacía carente de amor y calidez.
Realmente no se que hacer, no se que sentir o como actuar. Solamente me consume la ansiedad y el desespero, ¿Por qué mi vida es tan difícil? Si de verdad no debería de existir. Entonces. ¿Que hago aquí?
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