Capítulo 4 - De nuevo en casa

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«Pobre mi alma tuya acurrucada en el pórtico en ruinas del recuerdo, esperando de espaldas a la vida que acaso un día retroceda el tiempo...»

Cantos de la mañana - Delmira Agustini


Remia, Crystel, Residencia Windsor - 2 de Junio - Año 525

El silencio invadió enteramente la habitación al instante en el cual el mayor de los Windsor dio su primer paso dentro de ella... Entre tantos cruces de miradas con todos los presentes llegó a ese, al único que no quería tener, al que había tenido por diez años, desde la mafia, hasta la guerra, después de tantas las peleas, de su poder, o de su sentencia, ahí estaba él, ahí estaba Rygal Di Rem, con una irritable sonrisa arrogante en su rostro. La misma sonrisa de ese día, la misma sonrisa que vio toda su vida, aquella que lo arrinconó al fuego del infierno, aquella que enmarcaba un destino inevitable bajo los hilos de su padre... El motivo de su lucha, y de su poder... El último clavo en el ataúd de su pasado... La última pagina de su historia, tenía que cerrar ese ciclo para siempre, pero antes que nada... Debía acabar con Rygal Di Rem de una vez por todas, y para eso, necesitaba a las personas que amaba a su lado... Por eso había vuelto.

En realidad, no había pasado ni un segundo desde que Rhys había entrado a la habitación, aunque el enfrentamiento de miradas se sostuvo por un efímero momento que parecía nunca acabar, pero Rhys cayó a tierra apenas sentir la mano de Lara apoyándose en su espalda y dándole un ligero empujón, fue con ese movimiento que notó que había quedado paralizado, pero fue lo suficientemente rápido como para volver a la realidad en un instante sin levantar sospechas, y de repente la habitación se hizo con claridad otra vez cuando encontró la sonrisa de su hermano al desviar su mirada.

—Hola a todos... Tanto tiempo —saludó alzando su mano un poco para que su saludo al menos no pareciera tan insípido.

Analizó la habitación entera en unos segundos, no había cambiado en nada, tampoco parecían haber trampas ni nada que amenazaran su presencia o la de Lara. Mientras hacía eso también distinguió que sus padres y Vlas no eran las únicas personas en la habitación... También había una pareja adulta acompañada por dos chicas, quizás de la edad de Vlas. Obviamente ellos eran una familia, sus hijas eran exactamente iguales, ambas tenían el cabello lacio color café, unos redondos ojos color celeste, que le hicieron recordar a los de Lara. Eran unas chicas muy lindas, y como se había dado cuenta antes, demasiado iguales, sólo las distinguía el corte de cabello, una tenía el cabello suelto y la otra tenía una coleta que salía desde el medio de su cabeza y se abría al pasar por sus hombros... Notó como una de ellas apretaba la mano de Vlas y sonrió, así que él no había estado solo.

—Al fin bajaste... Dijiste unos minutos y ya hasta pasó media hora.

Escuchó a Vlas a su izquierda.

—Lo siento, es que estaba esperando a Lara... ¿No puedes aguantarte un poco la emoción, Vlas? —preguntó riendo, su hermano se veía demasiado feliz, entendió en ese momento que había tomado la decisión correcta al no ceder ante sus miedos—. Mamá... Volví a casa —se dirigió a Clio, quien lo miraba con cierta atención, denotada en el brillo de sus ojos.

—Rhys... —musitó ella, su voz se quebró apenas nombrarlo—. Has crecido tanto mi niño. —Se puso de pie y le dio un fuerte abrazo.

—Mamá... Te extrañé. —Rhys no pudo evitar emocionarse al verla, la había echado de menos demasiado. Ella siempre había estado para él en todo, y de un día al otro ya no, no supo que hacer, y se perdió... Seguramente ella estaría muy decepcionada de él, de todo lo que hizo... Nada de lo que ella le enseñó.

LA LEYENDA DEL SCIRE - Di Rem-WindsorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora