Capítulo 2 - Entrenamiento - Tiempo con ella I

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«Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos...»

Rayuela - Julio Cortázar


Fons, Ash, Residencia Harch - 18 de Octubre - Año 525

Rhys estaba, como todas las mañanas, sentado en la mesa de la cocina tomando su desayuno. Lo hacía por costumbre, gracias a su poder él en realidad no necesitaba comer, ni dormir, ni ejercer cualquier otra acción cotidiana de un ser humano. Pero le encantaba sentir el placer que le daba levantarse descansado y poner el café a calentar mientras iba al baño a tomar una ducha refrescante y renovadora que lo ponía a tono con un nuevo día. Después de eso, bajaba hasta la cocina otra vez, servía su café negro en la taza negra de porcelana que Lara le había regalado para alguno de sus tantos cumpleaños, preparaba un sándwich de jamón con queso cortándole los molestos bordes al pan, y se sentaba en la mesa que daba hacia la puerta trasera apreciando el inmenso jardín de rosas que Lara tenía en su patio... Todas las mañanas eran iguales, y jamás se sintió tan agradecido de que así fuera.

—Cada día pienso aún más que mi esposa es un zombi —lanzó esas palabras acompañadas de una risa cuando escuchó unos pasos adentrarse en la cocina.

Al voltear la silla que estaba de espaldas a la puerta apreció a su esposa parada con sus manos apoyadas en la mesa y en un bostezo que parecía nunca acabar.

—Oh, Rhys... No me di cuenta que estabas aquí —dijo Lara, con una dulce voz mañanera, y una brillante sonrisa semidormida—. Buenos días, cariño. —Se acercó lentamente a su silla y se inclinó para saludarlo con un beso.

—Buenos días mi amor, ¿Dormiste bien?

—Algo así, parece que esta mañana llegó Leah, y aunque intentó no hacer demasiado ruido la escuché igual —respondió, dirigiéndose hacia el fogón de mármol que se encontraba en la esquina de la cocina.

—Oh, ya veo, quizás porque vino con Vlas, yo noté la presencia de ambos al mismo tiempo —indicó Rhys, tomando un sorbo de café.

—¿En serio? —preguntó, con una leve sorpresa.

—Sí, de hecho creo que la situación aumentó a más y ahora están ambos en la habitación de Vlas —dijo, sonriendo con sutileza.

—No, por favor, dime que no están durmiendo juntos —rio Lara, dejando la cafetera en su lugar, y comenzando a caminar hacia la puerta.

—Ve y confírmalo tú misma... Sólo tienes que abrir la puerta y admirar el paisaje.

—Ni que lo digas, esto no me lo puedo perder —declaró Lara, acelerando su paso a medida que subía las escaleras.

Unos minutos después...

Cerca de cinco minutos pasaron cuando Rhys sintió los pasos de Lara bajando las escaleras otra vez. Alzó su mirada para vislumbrar el rostro de sorpresa que su esposa seguramente tenía, y no pudo reír cuando la vio entrar con su mano tapando su boca, y sus mejillas rojas.

—Te lo dije, ¿O no? —preguntó Rhys, entre risas.

—Realmente creí que lo decías en broma, no sé qué decir. —Lara se dirigió de nuevo hacia la cafetera, y sirvió su café—. ¿No crees que son muy lindos juntos? —preguntó, sentándose al lado de Rhys, con una naciente placidez.

—Creo que es el mejor momento para que estén juntos.

—¿Tú dices que llegaran hasta ese punto? Quizás sólo quieren ser amigos.

LA LEYENDA DEL SCIRE - Di Rem-WindsorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora