Capítulo 12 - Resistir - Sueño de primavera II

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«Tus ojos inocentes, aún ni tienen idea del camino que tu destino seguirá...»

Neon Genesis Evangelion - Hideaki Anno


Remia, Gala, Distrito Central - 5 de Junio - Año 525

—Sólo queda una reunión más, luego deberemos viajar a Zenith —informó Rygal, mientras leía algunos papeles que sostenía en sus manos.

Clio se encontraba a su lado, en el asiento trasero de la camioneta que en ese momento los estaba llevando de regreso al hotel luego de la reunión de la tarde.

—¿Cuándo es la reunión en Zenith? —preguntó ella.

—Hmm... No lo sé, la semana que viene quizás, ¿Por qué preguntas?

—Estoy cansada, y quisiera dejar de viajar... ¿Podemos ir en unos días? Si no quieres que volvamos a Crystel al menos podemos quedarnos aquí, puedo trabajar en la habitación del hotel —expresó ella.

Rygal no corrió su mirada de los papeles que estaba leyendo. Aunque eso no hizo que evitara notar el ligero cansancio que Clio reflejaba en su voz, ella tenía razón, aun así, podía estar haciéndolo adrede.

—¿Cansada? —preguntó él, con algo reticencia.

—No me refiero a ese tipo de cansancio Rygal... Pero se me han acumulado muchas cosas en la mente el último mes, desde lo sucedido en Ajax, hasta la revelación sobre el futuro de mi hijo, y el regreso del otro... La nostalgia que causó este reencuentro, y tú, en su totalidad... Ya no puedo cargar con tanto Rygal, es fácil cansarse, es fácil pensar en ceder.

¿Por qué le estaba diciendo todo eso? Ella sabía que a pesar de que él se hiciera el desentendido en cuanto a su situación, realmente le importaba lo que ella sentía, porque aunque fuera tan injusto y cínico con ella, y con sus sentimientos, ella podía sentirse segura a su lado, irónicamente. Quizás esa seguridad fue lo que hizo que lo viera como una forma de desahogarse. Ella sólo quería hablar, dejar salir tal agobio que la estaba hundiendo emocionalmente, como nunca antes... Sólo hablar, sin necesidad de respuesta, y él estaba ahí, como lo había notado, siempre estaba ahí... Y podía escucharla... Sólo escuchar.

—A veces siento que a pesar de todo lo que pasamos, y el estado de nuestra relación actualmente... Soy el único que te entiende, Clio. —Rygal soltó sus papeles, dejándolos dentro de un sobre que colgaba frente a su asiento.

Miró a su esposa, quien luego de haber dicho todo eso se había recostado más a su asiento, con su cabeza apoyada en el reposacabezas de este. Y sus ojos cerrados. Notó su pecho subir y bajar rápidamente, ella respiraba hondo, como meditando.

—Con nosotros somos honestos, sólo podemos serlo de esta manera... Estoy harta de mentir por tu culpa, de vivir en una farsa, ocultando mis sentimientos, casi deshumanizándome para que nada se derrumbe a mi alrededor, a costa de hacerlo yo por dentro... Alguien debe escuchar mis quejas, ¿No es así? —preguntó ella, y se tomó el atrevimiento de usar un poco de sarcasmo. Rygal lo notó, y comenzó a reír—. He aprendido algunas cosas de ti, Rygal —señaló.

—¿Recuerdas cuando nos enteramos de tu segundo embarazo? —preguntó él, cambiando la dirección de la conversación.

«¿A qué quiere llegar?», pensó Clio, esa pregunta la tomó desprevenida, y la confundió. Ciertamente recordaba esos días. Ella había terminado la universidad ese año, estaba comenzando su carrera como economista, con veinticinco años, un Rhys pequeño, y algo insatisfecha con su vida en pareja. Rygal nunca estaba en la casa, y cuando lo hacía, no era un tiempo agradable, siempre estaba en una que otra llamada, o en su oficina, con trabajo extra. Ella podía comprenderlo, la nación se estaba volviendo muy importante en el mundo, gracias a él, más que nada, y debía encargarse de cientos de cosas que a veces sobrepasaban su propio esfuerzo, y de ahí, debía dar un poco más, y un poco más... Pero al final, nunca estaba para ella.

LA LEYENDA DEL SCIRE - Di Rem-WindsorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora