Capítulo 5 - La partida de ajedrez

4 3 0
                                    

«La importancia no es algo tangible. Es una relación con los demás, no con uno mismo...»

L'énigme de la chambre 622 - Joel Dicker


Al otro día...

Remia, Crystel, Residencia Windsor - 3 de Junio - Año 525

—Buenos días Rhys. —Vlas apreció la figura de su hermano entrando a la sala, entre bostezos—. Veo que dormiste bien —bromeó señalando su reloj, eran casi la 1:00 p.m.

—Sí, lo sé... Intenté acomodar mi sueño luego de lo del viaje, además de que anoche me dormí tarde... Veo que tenemos visitas —dijo, señalando a Zenda y Kora, quienes se encontraban ahí.

Él quería pensar que podía distinguirlas, pero se le hacía tan difícil, porque cada vez que las volvía a ver, aun sabiendo que las había visto sólo una vez, siempre se veían distintas, y sus nombres se entrelazaban bajo la imagen de sus ojos. Parecían un espejo, como si fuera la misma persona multiplicada por dos.

—Sí, ellas son Zenda y Kora, las conociste ayer... ¿Recuerdas? —preguntó Vlas. Señalando a ambas, siguiendo su nombre... Primero a Zenda, y luego a Kora.

En ese momento fue cuando Rhys pudo encontrar las diferencias que necesitaba para saber cual era cual. El día anterior se le había tornado fácil ya que Kora había tenido el pelo atado, en cambio, su hermana lo llevaba suelto, y este era ligeramente más lacio. También notó que el tamaño de sus ojos era distinto, los de Kora eran apenas más grandes que los de Zenda, un detallo algo imposible de percibir para cualquier persona, tuvo que hacer un esfuerzo inhumano en su vista para darse cuenta. No pudo encontrar más diferencias, de hecho cada vez que se fijaba más, encontraba muchas más similitudes, aunque con sus descubrimientos fue suficiente para diferenciarlas, además de tener en mente que ellas no eran tan idénticas... Sólo un poco.

—Sí, recuerdo —contestó Rhys, apoyándose en la barandilla de la escalera que daba hacia la cocina—. Buenos días chicas, siéntanse como en casa —saludó a las hermanas esbozando una simpática sonrisa.

—Gracias señor —respondieron ambas al unisonó.

Eso le dolió a Rhys. Ni que pareciera tan grande.

—No... Por favor, no me digan «señor», es horrible —rio bajando su rostro, hasta cierto punto lo avergonzaba­—. Mejor díganme por mi nombre —aclaró.

—No queríamos ser inoportunas, no lo conocemos lo suficiente todavía —respondió Zenda.

—Tranquilas, eso es lo de menos, si son amigas de Vlas no somos del todo extraños —Rhys sonrió de nuevo.

—Mejor así... Rhys. —Kora fue la primera en animarse a llamarlo por su nombre.

—Sí, gracias... Rhys. —Zenda la siguió.

—Ven... Hasta es más fácil —señaló, entre risas—. Cambiando de tema, ¿Ya desayunaron? —preguntó dirigiéndose a Vlas nuevamente.

—Sí, de hecho hemos almorzamos también —respondió Vlas—. Lara almorzó con nosotros, estuvo un rato y luego se fue, dijo que tenía cosas que hacer —contó.

«Probablemente fue a buscar a Leah», pensó Rhys, recordando que ella llegaría en el vuelo de la mañana.

—Cierto, ella tenía una reunión hoy, y otras cosas de las que encargarse, supongo que se despertó temprano —recordó Rhys—. Ella trabaja mucho, siempre está de un lado al otro.

LA LEYENDA DEL SCIRE - Di Rem-WindsorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora