Prólogo.

56 9 0
                                    



En medio de una oscuridad densa y palpable, los pasos resonaban con urgencia, un eco metálico golpeando el silencio como un tambor acelerado. Entre jadeos pesados y agotados, una luz tenue destellaba, rompiendo la negrura con su cálido resplandor, revelando un estrecho pasillo de piedra que se extendía hacia lo desconocido. En el corazón de esa caverna, una figura desesperada emergía, sosteniendo con firmeza una antorcha en una mano y una pequeña figura en la otra.

Ese era Alex Grace. Sus ojos salvajes y cansados reflejando una angustia profunda mientras corría a través de la oscuridad. Cada paso era un gran desafío.

El enorme disco de metal se tambaleaba detrás de él, marcando cada movimiento con un eco sordo y ominoso. Su apariencia, manchada por suciedad, polvo y desesperación, que expresaba una lucha interna que se reflejaba en cada jadeo entrecortado.

-¿Dónde estás? ¿Dónde estás?- Murmuraba, su voz gruesa y ansiosa resonando en la caverna mientras buscaba desesperadamente.

Pero detrás suyo, los gruñidos grotescos y los sonidos crujientes se mezclaban con risas siniestras, creando una cacofonía de terror que lo perseguía implacablemente.

-¡No puede ser!- Con un gruñido de frustración, Alex se forzaba a seguir adelante, incluso en medio de la desesperación aplastante.

Ansioso, apretó una pequeña figura de metal en su mano, mientras giraba en una esquina donde la piedra a su alrededor cambiaba. Ahora mucho más pulida que ni siquiera se molestó en admirar. Solo corrió, pasando diversas marcas, hasta detenerse en dos salidas.

Cuando llegó a una encrucijada, su mirada salvaje se desvió entre una y otra, y su corazón latiendo con urgencia. El gruñido ominoso detrás de él lo impulsó a tomar una decisión, y sin vacilar, se lanzó hacia la derecha.

La antorcha iluminaba un pasillo que se transformaba ante sus ojos, su superficie áspera y desgastada dando paso a una arquitectura más refinada y decorada, como los pasillos de un antiguo edificio. La determinación endureció sus rasgos mientras corría con ferocidad, cada paso acercándolo más a la posibilidad de escapar de la pesadilla que lo perseguía.

De repente, unos destellos de luz brillante captaron su atención al final del pasillo, revelando la silueta de una puerta entreabierta. Con un jadeo de esperanza, Alex redobló sus esfuerzos, liberando la antorcha en su afán por alcanzar la salvación que se vislumbraba frente a él.

Pero detrás, la llama reveló una figura monstruosa, arrastrándose con colas de serpientes. Su risa silenciando la esperanza mientras devoraba la luz de la antorcha.

Con el corazón latiendo desbocado, Alex se abalanzó hacia la puerta entreabierta, su mente zumbando con la sensación de los grotescos arrastres detrás de él. Con un último esfuerzo, embistió la salida, sintiendo el aire fresco de la calle azotar su rostro mientras se precipitaba hacia el exterior.

El mundo exterior lo recibió con un estruendo ensordecedor, el sonido de una bocina atronadora resonando en sus oídos mientras caía de bruces sobre la acera. Sus manos instintivamente se aferraron al frío pavimento mientras un auto se detenía bruscamente frente a él, el conductor lanzando una mirada de incredulidad antes de bajar la ventanilla y gritarle.

Agitado, Alex giró la cabeza hacia la puerta de la que acababa de salir, sus ojos alarmados escudriñando el vacío del edificio abandonado. Esperó, conteniendo el aliento, pero no hubo señal de la criatura que lo perseguía.

Jadeando desesperadamente, se obligó a volver la mirada hacia la ciudad que lo rodeaba, el bullicio y el ajetreo de la vida urbana inundando sus sentidos después de haber estado atrapado en la oscuridad y el silencio.

Tragando saliva, se levantó con torpeza, solo para ser señalado por un transeúnte cercano.

-¿Es Alex Grace?- Preguntó alguien, y otra voz confirmó su identidad.

-¡Si, es él!-

Pronto, la multitud comenzó a gritar su nombre, aumentando la confusión y la ansiedad de Alex.

Con el presentimiento de que su respiro sería efímero, Alex ignoró los llamados de la multitud y se lanzó de nuevo a la carrera, bajo el sonido de sirenas de policía que resonaban en la distancia.

Sabía lo que vendría a continuación, y vacilantemente se dirigió hacia un nuevo destino, ignorando un puente rojo que se alzaba majestuosamente en la distancia, mientras la gente se aglomeraba para mirarlo.

Eso estuvo cerca, pensaba. Demasiado cerca. Debería haberlo visto venir. ¡Debería haber estado listo! Sintió que todo ese trabajo preliminar para mantenerlo a salvo y ahora todo se había convertido en humo.

-Solo aguanta, solo aguanta...- Repetía, sabiendo que hacia dónde se dirigía era probablemente el lugar más cercano al que podía ir en busca de ayuda, o al menos el más cercano que no lo llevaría a un inminente problema.

Pero tampoco quería traerles ninguno a ellos.

Las sirenas resonaron más fuerte ahora, que se esforzó por correr más rápido. Ese pensamiento era lo único que lo mantuvo enfocado, lo único que me mantuvo adelante, solo necesitaba llegar allí. Ella podría ayudarlo con todo.

-Por favor...- Pensó aturdido mientras tocaba el timbre. -Por favor, por favor...-

Rogaba, y después de unos segundos tensos, escuchó el sonido de la puerta abrirse. Se volvió para ver a un hombre mirándome con entusiasmo, antes de mirar mejor y horrorizarse.

No es que lo culpara, no todos los días alguien abría la puerta de su casa y veía a un adolescente sucio, golpeado, con algunos cortes feos, algo de sangre, y la ropa hecha trapos. Estaba temblando y húmedo, y sus heridas eran graves, pero a pesar de todo sonreía.

-Hola señor... Tiempo sin verlo.- Saludó, lo más natural posible. -¿Se cortó el cabello?-

Y antes de que pudiese esperar una respuesta, el cansancio por fin ganó a Alex, y cayó desplomado hacia delante. Todo volviéndose oscuro de vuelta.



"Imprudente."

-

"La Batalla del Laberinto."

-Imprudente.- "La Batalla del Laberinto." (Saga Percy Jackson x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora