Capítulo 30: Una visita de mi abuelo

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Pov Alex

Okey, podría haberme sorprendido que tan pronto le dijimos a Rachel que teníamos que regresar a Nueva York, se pusiera en marcha y sin detenerse por un segundo. Incluso cuando los túneles le ofrecieron más de una opción. Quiero decir, no se que es lo que ve para guiar, o bueno, no se que es lo que los mortales como ella pueden ver.

¿Pero que Rachel y Annabeth iniciaran una conversación mientras caminábamos?

Oh, eso si no me lo esperaba. Creí que era una bomba de tiempo, destinada a explotar, pero no. Habremos caminado por unos minutos en los que ellas no dejaron de hablar.

Annabeth le preguntó algunas cosas sobre sus estudios o experiencia, pero Rachel se mostró evasiva al comienzo, y todo era un poco tenso. Pero resultó que Rachel sabía algo al respecto, y la simple mención de la arquitectura era lo único que se necesitaba para que Annabeth no dejara de hablar. Casi como cuando explicaba algo de sus libros.

Fue bueno, al menos, que no estuvieran en constante tensión. Hablaban de las fachadas de distintos edificios de Nueva York. "Tiene tantos edificios interesantes", o "¿Has visto ese otro?" y así por un tiempo. Así que me quedé un poco más, mirando cada cierto tiempo por dónde vinimos.

El laberinto cambiaba. Las paredes a cinco metros nuestros dejaban de ser limpias y estructuradas como las de un castillo, pasando a los de una cueva vieja y sucia. Todavía no entendía como funcionaba esto, y eso que no era ni la primera, ni la segunda vez que estaba aquí dentro.

Pero detrás, caminé a la par de Nico, sumidos en un incómodo silencio.

-¿Vas a seguir ignorándome por mucho más tiempo?- Murmuré, pero no me respondió. Era de esperarse. -Entonces, ¿dejaste la granja y seguiste a Minos para venir por nosotros, o simplemente te trajeron de paso?-

Los ojos de Nico se entrecerraron. No parecía tan enfadado como antes, sólo desconfiado y cuidadoso.

-Te debía lo del rancho, Alex.- Susurró.

-Me debes mucho más que eso.- Sonreí. -Pero gracias.-

Nico apenas me miró, a medida que nuestros pasos se mantenían a la misma velocidad. Los suyos tenían que ser un poco más rápidos al ser un niño que apenas llegaba a la altura de mi cuello.

-¿Por que no corriste de nuevo?- Pregunté más despacio.

-Quería ver a Dédalo con mis propios ojos.- Respondió. -Minos tenía razón, en cierto modo. Dédalo debería morir. Nadie debería poder evitar la muerte por tanto tiempo. No es natural.-

-Es por eso que descendiste aquí en primer lugar.- Supuse en el mismo tono. -Cambiando el alma de Dédalo por la de tu hermana.-

Nico caminó otros cincuenta metros antes de responder.

-No lo entiendes.-

-Creo que te entiendo mejor que cualquiera.-

-No, no ha sido fácil. Nunca ha sido fácil.- Dijo en voz baja. Sus puños apretados. -Tener sólo a los muertos como compañía. Saber que nunca seré aceptado por los vivos. Sólo los muertos me respetan, y sólo lo hacen por miedo.-

-Bueno, estoy aquí, ¿verdad?- Dije de inmediato y Nico me miró. Apreté los labios en una sonrisa. -No soy un muerto, y vine aquí a buscarte a este... horrible lugar, incluso después de que me cambiaras por otro hijo de Zeus.-

Eso bastó como para sacar al menos un resoplido de risa de Nico. Fue mínimo, pero para mi era más que suficiente.

-Lo sé.- Murmuró con un atisbo de sonrisa al mirarme. -Annabeth me lo dijo.-

-Imprudente.- "La Batalla del Laberinto." (Saga Percy Jackson x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora