Capítulo 25: Una leyenda con piernas peludas.

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Pov Percy

-Una cosa, le pedimos que hiciera una cosa. Quedarse en la granja y no confiar en el fantasma. Ese niño va a sacarme de quicio. Lo juro, un día de estos, yo...-

Alex no había dejado de quejarse en el asiento delantero desde que Annabeth nos contó el mensaje de Euritión. Pero debajo de la ira, me di cuenta de que estaba realmente preocupado.

-Euritión dijo que había estado escuchando a Nico hablar solo las últimas noches. Sólo que ahora cree que Nico estaba hablando con el fantasma otra vez, Minos.-

-Está en peligro.- Dije.

Alex giró en su asiento con los ojos abiertos y exhaló.

-No me digas.-

El sarcasmo rebosando de su voz.

Apreté los labios tan enojado como avergonzado. Sabía que detrás de todo eso Alex estaba preocupado por Nico, más que ninguno de hecho. No quería armar un problema ahora, y cuando pensé en lo que había dicho Annabeth en la granja de Gregión lo olvidé.

-¿Euritión dijo que fue Minos, o...?- Le pregunté a ella.

Annabeth frunció el ceño, concentrando su mirada hacia él asiento de conductor, enfrente suyo.

-Minos es uno de los jueces de los muertos.- Dijo. -Tiene una racha viciosa de una milla de ancho. No sé qué quiere con Nico, pero...-

-No es el único...- La cortó Alex. Lo miramos y su rostro se cansó. -Tuve este sueño anoche...-

Annabeth y yo nos miramos, hasta que él suspiró. Así nos contó sobre Luke, cómo había mencionado a Quintus y cómo sus hombres habían encontrado a un mestizo solo en el laberinto.

La mandíbula de Annabeth se apretó.

-Eso es muy, muy malo.-

-¿Así que, qué hacemos?- Pregunté.

Ella levantó una ceja.

-Bueno, es genial que tengan un plan para guiarnos, ¿eh?-

Me encogí en mi lugar.

Era sábado y el tráfico en la ciudad estaba denso. Argus nos llevó a Annabeth, Alex y a mí a Manhattan, a la casa de mamá, en Upper East Side.

Presioné mi bolígrafo en mi bolsillo. Esta búsqueda era como un laberinto imposible. Cada vez que pensaba que podríamos estar cerca de terminar, algo nos hacía retroceder cinco pasos. Era peor que el Ludo.

Llegamos al departamento de mi mamá alrededor del mediodía.

Cuando abrió la puerta, me dio un abrazo. Sólo un poco menos abrumador que cuando un perro del infierno salta sobre ti.

-Les dije que estabas bien.- Dijo mi mamá, pero sonaba como si le acabaran de quitar el peso del cielo de los hombros. Suerte que no fui yo uno de los que lo sostuvieron.

Nos sentó a la mesa de la cocina y por supuesto que preparó sus famosas galletas con chispas de chocolate azul mientras le contábamos todo sobre nuestra búsqueda. No tenía tanta hambre, pero desafío a cualquiera a que pruebe esas cosas y no se coma la mitad del plato.

Alex no dudó en tomarlo para sí solo.

-Están increíbles, Sra Jey.- O eso es lo que interpretamos cuando hablaba con tres galletas a medio masticar en su boca.

Mamá le sonrió con ese tipo de sonrisas que a veces me daba. Creo que nunca había visto a alguien degustar y disfrutar tanto de sus galletas. Aunque también estaba ese diminutivo que Alex usaba con ella.

-Imprudente.- "La Batalla del Laberinto." (Saga Percy Jackson x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora