Capítulo 24: Una bienvenida no tan esperada, de nuevo

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Pov Alex

No estaba seguro de que dirección salimos ni de que punto cardinal quedaba la isla, lo cual es raro porqué es fácil guiarse entre el norte y el sur, o al menos para mi lo era. El punto es que tras un tiempo volando terminamos por llegar a Manhattan de nuevo. El sol llegando a su pico más alto, probablemente cerca del mediodía.

Pegaso descendió apenas nos acercamos al campamento. Aterrizó en el mismo lugar que hace unas semanas, detrás de la colina. Era casi la misma rutina que esa vez. Me bajé de su lomo, una despedida y salió volando mientras yo subía la colina. Peleo descansaba junto al pino, el vellocino colgando de la misma rama.

Era exactamente igual que aquel día.

-Hey, Peleo.-

Peleo levantó la cabeza y gimió cuando me dejó acariciar debajo de su barbilla. Humo saliendo por su nariz como una tetera.

-¿Han habido muchos problemas estos días?-

Peleo sacudió la cabeza, o al menos la agitó como un perro.

Apreté los labios en una sonrisa y dejé que continuara con su trabajo, barra, siesta. Tras un último saludo llegué al otro lado de la colina con vista al campamento.  Las cabañas ordenadas en "U". La gran casa a lo lejos. El lago a un costado. La montaña de escalar expulsando lava de uno de los costados. Todo seguía igual a cuando nos fuimos, con la pequeña diferencia de que estaba completamente vacío. 

O bueno, silencioso.

No había nadie, no escuchaba a nadie. Parecía prácticamente desierto. El campo de tiro con arco estaba vacío. El muro de escalada arrojaba lava, pero no sobre alguien. Nadie comía en el pabellón, ni un alma en sus cabañas, o tomando algún arma de la armería. Ni siquiera las forjas de la cabaña 9 expulsaban humo por sus chimeneas, o la 11 causando un alboroto entre todos sus miembros.

Se que dije que el tiempo en el laberinto podría pasar más de lo planeado en la superficie, pero esto no parecía como si hubiese sido atacado. Solo estaba silencioso.

-Esto es raro...- Pensé en voz alta. -¿Sabes algo Peleo?-

Peleo gimió y se enterró entre sus patas de nuevo. No dijo mucho con eso.

Sin nada que hacer bajé cuando noté que salía humo del anfiteatro al final del campamento. Metí las manos en los bolsillos y descendí de la colina, desviándome un momento hacia mi cabaña para tomar algo que comer, estaba hambriento.

Terminé con una bolsa de frituras en las manos, y seguí avanzando hasta el anfiteatro dónde comencé a escuchar voces. Aunque nada demasiado específico. Pero pude distinguir a quién pertenecían. Quirón.

Lo más lógico, estaban celebrando un funeral. Pero, ¿quién murió?

Me deslicé hasta el final de la reunión. Todos mirando hacia delante, caídos. Algunos llorando, o moqueando. Dioses, incluso los hijos de Ares se veían fatales.

Nadie me notó todavía, pero no me veía interrumpiendo algo así con solo mi llegada de nuevo. Claro, me gustan las entradas dramáticas y todo eso, pero este no era el momento. Tengo algo de consideración, por los Dioses.

Quirón tomaba lugar encima del anfiteatro, como si diera un anuncio.

-...en este momento sólo podemos asumir una sola cosa. Después de tanto silencio, es poco probable que nuestras oraciones sean contestadas.- Expuso. -Le he pedido a su mejor amiga que haga los honores finales.-

Fue entonces cuando vi a Annabeth delante que me tensé. Ella caminó hacia la hoguera, sosteniendo un sudario en sus manos que me costó ver desde este lugar, solo para arrojarlo. Sentí el mismo cosquilleo detrás de mi cuello que me llevó a ese último momento con ella. Dioses...

-Imprudente.- "La Batalla del Laberinto." (Saga Percy Jackson x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora