逃亡者 ~𝐅 𝐔 𝐆 𝐈 𝐓 𝐈 𝐕 𝐎 𝐒~
La historia de una realidad donde la cuarta Luna Superior se sale del control de Muzan y decide huir para asegurar su supervivencia.
Durante su camino como fugitivo, encuentra a una bella joven humana, que experimen...
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Las horas pasaron volando, finalmente decidí recostarme en el sofá de mi pequeño laboratorio para descansar. Había trabajado sin parar con todas mis mejores sustancias para tratar de sanar el cuerpo del demonio de los ojos rojos. A decir verdad, su organismo tenía un sistema de células muy complejo y totalmente diferente al de los seres humanos; sin embargo, gracias a que no me rendí, logre estabilizarlo, y probablemente con el tiempo se podría recuperar por completo.
Me senté en el sofá, estaba demasiado cansada ya que tuve que esforzarme exclusivamente para sanar al demonio, y por no mencionar que antes de todo eso, tuve que recoger de manera fugaz un poco del desastre que habian hecho ellos ayer. Me quede allí pensando unos momentos. Por el momento, el demonio estaba inconsciente y la verdad no tenía ni idea de cuando despertaría. De pronto escuché que tocaron la puerta, y vi como se asomó levemente el demonio de las alas.
—Oye... ¿Tú te encuentras bien?— le pregunté con seriedad.
—Oh... Más o menos— dijo y se pasó una de sus garras por el pecho, donde tenía algunas quemaduras.
—Ven aqui...— dije y me levanté del sofá, indicando que él viniera a sentarse. El chico me miró con sorpresa pero en seguida acató a mi petición.
El demonio llegó y de forma lenta se sentó en sofá, mientras que yo nuevamente me higienizaba las manos y buscaba algunos de los medicamentos que usé con el otro demonio. En seguida, me dirigí hacia él y me senté a su lado.
—¿Puedo?— lo miré a los ojos mientras pedía permiso para poder revisar sus heridas.
—C-claro...— el moreno hizo su pecho hacia el frente y me dejó el camino libre para que pudiera revisarlo.
Debo admitirlo, me dio mucha vergüenza pero al mismo tiempo, me parecía muy atractiva su estructura corporal. Era exactamente igual a la de los otros demonios... Todavía no entiendo por qué se parecen tanto... Lentamente, preparé una pequeña gasa y un algodón, al que le apliqué una sustancia especial desinfectante muy parecida al alcohol, pero que "en teoría", era más apta para el cuerpo de estos seres. En cuanto guíe la gasa a sus quemaduras, inevitablemente, el muchacho emitió un quejido de dolor, por lo que rápidamente la retiré de nuevo.
—Tranquila... Puedes continuar— sonrió levemente indicándome que volviera a hacerlo. Yo simplemente volví a repetir el proceso, y comencé a limpiar lentamente una y cada una de las quemaduras, para que finalmente pudiera aplicar encima una crema cicatrizante, y otra hidratante.
De forma lenta y con cuidado, limpie bien cada quemadura. Estaba tan concentrada pensando en miles de posibilidades de estudios que podría realizar sobre ellos y su estructura celular que apenas me di cuenta de que el demonio no quitaba los ojos de mi.
