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El resto de la mañana pasó en un borrón. Cande había muerto. Eso era todo lo que podía pensar. Estaba muerta. Y existía una parte de mí que lo había estado esperando, e incluso aguardando por ello. Aros de miedo se cerraron alrededor del bulto de tristeza que se había formado en mi pecho. Se sentía apretado, imposible de desentrañar.

Peter estuvo callado en biología, preguntándome si me sentía bien y luego no diciendo nada el resto de la clase. Pablo me esperaba junto a mi taquilla. Tiró de mi rígido cuerpo en sus brazos y me murmuró algo con voz ahogada.

Pensé en la foto de ellos dos juntos, Cande en su regazo, con la mano de él en su cadera. Cande...la mejor amiga que no podía recordar, la chica muerta.

Las personas nos miraban. Lo odiaba.

Dejé que Pablo me sacara de la escuela. Nadie nos detuvo. Cada rostro que pasamos reflejaba una mezcla de sorpresa y consternación. Todo el mundo la conocía, tanto si querían como si no. De una manera insensible, me preguntaba si se afligirían por ella, o por el hecho de que a la muerte no le importaban las cosas como la edad.

- ¿No lo sabes? El miedo y la popularidad van de la mano - una suave y femenina voz me susurró al oído - Vamos a gobernar con un puño de hierro.

Me giré, jadeando. Mis ojos se movieron alrededor del pabellón. No había nadie allí.

- Vamos - dijo Pablo, mirándome con preocupación - Salgamos de aquí.

Siguiéndolo a través de la escuela, seguí mirando por encima de mi hombro. ¿En realidad oí la voz o se trataba de un recuerdo?

Tal vez en serio estaba volviéndome loca. Eso siempre era una posibilidad...probabilidad.

Había varios bancos de hormigón en el patio detrás de la escuela entre el campo de fútbol y un edificio más pequeño de recreación. Todos a los que conocía se encontraban allí, sentados en las superficies frías y duras.

Mery, Paula, y Rochi se hallaban en uno de los bancos. Nico y Euge ocupaban el otro mientras Peter se sentaba solo. Me senté con Pablo, totalmente consciente de su mano alrededor de la mía y de la forma que Peter se ponía rígido, centrándose en el campo detrás de nosotros. Tuve que luchar para no alejarme de mi novio. No merecía que le diera la espalda, no de mí.

- No puedo creer que esté muerta - Mery fue la primera en hablar, sollozando con delicadeza - Es decir, entre más tiempo permanecía perdida, más sabía cómo terminaría todo esto, pero esperaba que pasara lo mismo que con Lali.

Qué apareciera en alguna parte.

Rochi se secó los ojos con dos dedos mientras apretaba un monedero blanco de gran tamaño contra su pecho.

- Qué horrible es siquiera pensar que estuvo por allí, sola...

- En el agua - susurró Paula, estremeciéndose mientras se pasaba continuamente los dedos por el cabello - No creo que pueda nadar en ese lago de nuevo.

Las cejas de Euge se arquearon mientras miraba a un Nico con los labios apretados. Me preguntaba por qué incluso ellos tres se encontraban aquí. Sabía que no eran cercanos a Cande o cualquier otra persona aquí.

Pero bueno, ¿qué otra cosa no sabía? Todo, al parecer.

- ¿Alguien mencionó en qué tipo de condición...estaba? - preguntó Mery - Me pregunto si el ataúd estará abierto.

Nico se inclinó hacia atrás, sacudiendo la cabeza.

- Estaba en el lago, y quién sabe por cuánto tiempo. El mantener el ataúd abierto probablemente es lo último en lo que están pensando.

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