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Diez minutos para las ocho, coloqué la prescripción de los frascos sin destapar en mi botiquín y agarré mi sudadera con capucha. Se suponía que debía tomar el BuSpar con la cena, pero ya que no tenía idea de lo que me haría, quería hablar con Peter sin estar dopada. Antes de lo que sea que fuera que estuviera pasando pudiera ir más lejos, tenía que decirle la verdad.

Salí por el sótano, haciéndole saber a Nico que iba a encontrarme con Peter. Me cubriría en caso de que nuestros padres viniera a revisar.

Metí las manos en el bolsillo del centro de mi sudadera y seguí la pequeña luz de luna que parecía conducir directamente hacia el borde del césped. Desde allí, me quedé en el camino, pensando en cómo le iba a decir a Peter que estaba loca.

Cuando vi la casita del árbol, Peter sacó la cabeza por la abertura de la cubierta de observación. Tenía una gorra de béisbol en la cabeza, colocada hacia atrás.

- Sube.

A pesar de lo que sucedía, sonreí mientras subía los escalones de madera. Me agarró la mano a través de la entrada cuando llegué a la cima, arrastrándome hacia arriba.

- Gracias - le dije, mirando alrededor de la habitación cuadrada construida por niños mucho, mucho menores que nosotros.

Una gruesa manta había sido extendida y me arrastré hacia ella, sentándome. Se sentó a mi lado, estirando las piernas.

- Lindo detalle - susurré.

Viéndose orgulloso de sí mismo, sonrió.

- Pensé que lo haría un poco más cómodo.

Junté las manos, con la garganta seca. ¿Cómo empezaba esto? No había un manual para esta clase de cosas.

Peter me dio un empujoncito con su hombro.

- Quería preguntarte algo.

- Está bien - Mis dedos se hundieron en mis palmas.

- Sí que tenía un motivo oculto para atraerte hasta aquí, lejos de tu hermano.

Mi corazón latió fuertemente.

- ¿En serio?

Asintió.

- ¿Sabes lo que va a suceder en tres semanas?

- Eh, ¿el final del mes de Abril?

- Sí, eso y el baile de graduación.

Me lo quedé mirando.

Con sus ojos fijos en mi rostro, se echó a reír.

- Te ves un poco impactada por eso.

- Es sólo que...no había pensado en el baile de graduación.

- Me lo imaginé - Se acercó y toda su pierna se presionó contra la mía - Sé que han pasado muchas cosas e ir al baile de graduación puede parecer estúpido, pero creo que es lo que necesitas.

- ¿Lo es?

- Sí, y hay algo más que necesitas.

Había un montón de cosas que necesitaba. Mis ojos buscaron su rostro y por centésima vez, quería patearme por no haberlo visto antes por lo que era.

- ¿Qué?

Peter me metió el cabello detrás de la oreja, su mano quedándose contra mi mejilla por un segundo muy breve.

- Necesitas que te lleve al baile.

Abrí la boca, pero no había palabras. Una súbita oleada de imágenes siendo invitada al baile en el pasado parpadeó en una rápida sucesión. Invitaciones a escondidas, una tarjeta metida en un ramo de rosas, una gran pancarta extendida a lo largo del diamante de béisbol. Todos ellos planes intrincados, pero por alguna razón, Peter invitándome a la casita del árbol para pedírmelo le dio un vuelco a mis sentimientos.

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