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Vivir era duro, pero respiraba y eso tenía que contar para algo. Ahora mismo, era más difícil de lo normal. Cuando llegué a casa y mi madre vio la mejilla recién abofeteada, se fue por las nubes como un cohete.

- Deberíamos presentar una denuncia, Carlos - Siguió a mi padre alrededor de la isla de la cocina. Pequeños mechones de cabello se salían de su moño como una docena de dedos diminutos cubriendo sus sienes - ¿Cómo se atreve esa mujer a golpear a nuestra hija?

Papá hizo una mueca.

- Creo que llamar a la policía no sería la mejor opción en estos momentos.

- Estoy de acuerdo, considerando que fue la madre de la chica que piensan que maté quién me golpeó.

- ¡Mariana! - Mamá se giró hacia mí, su rostro horrorizado.

- ¿Qué? - Levanté las manos - Es verdad.

Sus ojos se estrecharon.

- ¿Has estado tomándote la medicación?

- Sí - me quejé, sentándome en el taburete. Fuera de la cocina, Nico nos espiaba. No es como si fuese necesario. Cualquiera en un radio de cinco kilómetros de la casa podría escuchar a mamá. Hizo una mueca cuando nuestras miradas se encontraron.

Papá se apoyó en la encimera, bajando la cabeza para mirarme a los ojos.

- ¿Te duele?

Negué.

- No. Solo estoy sorprendida.

- Toda tu mejilla está de un rojo sangre - Mamá colocó su mano fría sobre ella - Que golpee a nuestra hija es inaceptable.

Alejándose de la encimera, papá puso la mano en la espalda baja de mamá, pero se apartó rápidamente.

- Creo que será mejor si dejamos que esto simplemente se olvide - dijo, dejando caer la mano.

Una bola de nieve tendría más posibilidades en el infierno. Mamá lucía como si quisiera tumbarse y morir primero, pero papá eventualmente la calmó. Sorprendentemente, mamá no estaba bebiendo, lo que significaba que era la oportunidad perfecta para realmente enloquecerla.

- Entonces - Dejé escapar las palabras odiosamente, ganándome una mirada de mamá - Conseguí un vestido hoy para el baile.

- Oh - Mamá parpadeó y una leve sonrisa apareció - ¿En serio? ¿En la ciudad?

- Sí. Es un muy bonito vestido vintage de la tienda de segunda mano. Está en mi cuarto.

- ¿De la tienda de segunda mano? - repitió lentamente.

Desde la otra habitación, Nico se ahogó con su risa. Mantuve los ojos enfocados en nuestros padres.

- ¿Cuánto daño le has hecho a la negra? - preguntó papá, refiriéndose a la tarjeta de crédito. Escavé en mi bolsillo y le entregué el recibo. Sus cejas se alzaron - Cariño, nuestra hija es perfecta.

Mamá miró por encima de su hombro.

- ¿Eso es todo? Tengo que ver el vestido.

Respirando profundamente, estampé las manos en mis muslos.

- Y tengo una cita.

El entusiasmo iluminó sus usualmente serios ojos avellana.

- ¿Han vuelto Pablo y tú?

Hubo otro sonido estrangulado desde la otra habitación, y me encontraba a dos segundos de machacar el cuerpo de Nico.

- Eh, no...no regresamos.

No mires hacia atrás Donde viven las historias. Descúbrelo ahora