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Estamos destinados a estar juntos.

¿No era eso lo que había dicho Pablo? Y por los destellos de su mundo y el mío, había un montón de expectativas girando en torno a nuestra relación. Lo suficiente como para matar por ello, ¿así una aventura se mantendría oculta? Niños ricos de tercera generación de Secondor, al igual que la realeza...

Tantas veces traté de traer a colación a Cande, y él se había puesto visiblemente incómodo negándose a hablar de ella. El más reciente recuerdo de Cande, era preguntando si ella podría tener a Pablo. ¿Si habían estado durmiendo juntos, ella quería que yo supiera? Ambos atraídos al acantilado, y Pablo, sin saber que yo me encontraba allí, ¿empujó a Cande?

Me sentía enferma.

El viaje de regreso a la casa de Peter fue tenso y silencioso. Ambos estábamos envueltos en oscuros pensamientos. Aparcó el auto en el camino de entrada y apagó el motor. Frente a mí, sus ojos lucían sombríos, los labios bien apretados.

- No puedo creerlo. Tanto como me desagrada, no me lo imagino haciendo algo como eso.

No quería creerlo, tampoco.

- Tal vez fue un accidente.

Se pasó la mano por el pelo.

- Está bien. Si fue un accidente, ¿qué hay sobre ti? ¿Empujó accidentalmente a Cande y luego a ti?

- No lo sé - dije en voz baja alrededor de mi pobre uña. Y Cande cayendo realmente no tenía sentido, cuanto más pensaba en ello. El primer recuerdo que había tenido era de sangre en las rocas: las rocas de color arena plana que cubrían el acantilado.

- Y Pablo no tiene las pelotas para hacer algo como eso - dijo Peter, más para sí mismo.

Hice una mueca, para entonces mi corazón dio un vuelco.

- ¿Yo tengo el coraje para hacer algo así?

Peter se echó a reír, y luego sus ojos se abrieron.

- ¿Estás hablando en serio? ¿Crees que la empujaste a causa de Pablo? - La incredulidad coloreó su tono - La, tú no eres una asesina. Ni ahora ni entonces.

- Pero, ¿qué si estaba loca? ¿Qué pasa si Pablo se fue y me enfrenté a Cande? ¿Y si las cosas se salieron de control? - Cuanto más pensaba en ello, más quería vomitar - Éramos explosivas juntas, ¿verdad? Tal vez yo la empujé por accidente.

- No lo hiciste, La - Me agarró de la muñeca, alejando mi mano de mi boca - No eres ese tipo de persona. Nunca lo fuiste. Y, además, no podría explicar lo que sucedió. ¿La empujaste y luego cambiaste de opinión y saltaste? No fuiste tú.

- Buen punto.

Suspiró, dejando ir mi muñeca.

- No lo crees. ¿Por qué? ¿Porque has estado viendo cosas? ¿Porque un grupo de chicos estúpidos están diciendo cosas de lo que no tienen ninguna idea? Eso no te hace loca, un monstruo, o un asesino. Eres una buena persona. No vuelvas a cuestionar eso.

Mi pecho se hinchó con sus palabras, y las lágrimas llenaron mis ojos. Sin pensarlo, me incliné sobre la palanca de cambios y deposité un breve beso en su mejilla. Peter se puso rígido por un segundo antes de girar la cabeza, acercando sus labios. Un temblor recorrió su cuerpo.

- Gracias - dije en voz baja, probablemente por centésima vez.

Él asintió, su garganta trabajando cuando tragó saliva.

- Lo digo en serio, La. No estoy diciendo esto sólo para hacerte sentir mejor.

Cada palabra que decía hacía que sus labios rozaran mi mejilla, enviando un escalofrío a través de mí. De mala gana, me aparté.

No mires hacia atrás Donde viven las historias. Descúbrelo ahora