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Al segundo que reconocí la voz, la ira reemplazó al terror. Le di un codazo en el estómago a Pablo con toda mi fuerza. El dolor irradió por mi brazo, pero con un gruñido de sorpresa, me soltó.

Me giré, lista para usar mi bolso como un arma mortal.

- ¿Qué te pasa?

Se agarró el estómago, los ojos muy abiertos.

- Jesús, Lali, eso no era necesario.

Quería golpearlo nuevamente.

- ¿No? ¡Me atacaste y me tapaste la boca con la mano! Jesús, pensé que ibas a...

Se enderezó y se encontró con mi mirada.

- ¿Hacer qué? Tenías que haberme oído caminar detrás de ti. No estaba siendo exactamente sigiloso al respecto.

- Pero... - Pero pensé que no había sido real, sólo otra alucinación auditiva. Ahora quería golpear al Dr. O'Connell. ¿Qué si Pablo era una especia de psicópata? ¿Simplemente me quedé allí, diciéndome que no era real? Negué con la cabeza - No importa. ¿Qué quieres?

Parecía herido.

- Simplemente quería hablar contigo. Lo prometiste, por cierto.

Metí el teléfono en el bolso.

- No prometí nada, y tú estás aquí con Mery...

- No me importa Mery - Una vena palpitaba en su sien, y di un paso hacia atrás, cansada - Sólo vine con ella porque me has estado evitando, no me has dado oportunidad de hablar contigo - ¿Semanas después y todavía quería arreglar las cosas? Triste...e incluso algo inquietante. Busqué sobre su hombro a Peter, sin embargo el aparcamiento parecía vacío.

- ¿De verdad viniste aquí con Peter? - preguntó Pablo - ¿Cómo en una cita?

Mis ojos se dispararon de nuevo a él. Tras una inspección más cercana, vi que tenía las mejillas rojizas. ¿Temperatura o alcohol?

- Sí. Me lo pidió y le dije que sí.

Pablo negó con la cabeza mientras se pasaba la lengua por la parte frontal de los dientes.

- ¿Así que ahora estás saliendo con Peter?

Nuestra relación recién etiquetada parecía demasiado frágil para explotar el mundo entero, pero antes de que pudiera decir nada, la inmediata falta de respuesta alcanzó un punto sensible en él. Maldijo.

- ¿Peter de todas las personas? Su padre trabaja para tu papá, Lali. Es un oportunista.

- ¡No es un oportunista! - Di un paso adelante, con las manos temblando - Y no me importa. El dinero no compra gustos, personalidad, o decencia común.

Sus ojos se estrecharon.

- ¿Estás diciendo que Peter es mejor que yo?

No quería rebajarlo a ese nivel, pero la ira me hizo hablar.

- Sí, es mejor que tú. ¿Sabes qué? No habría perdido casi cuatro años contigo si hubiera sabido que te convertirías en un perdedor total y absoluto.

Dio otro paso, elevándose por encima de mí. Su furia salió de él en oleadas turbias y oscuras.

- Yo también me habría rebajado por ti. ¡Mientras todo el mundo está llamándote Lali la Loca, te he apoyado, protegido! Mantuve la boca cerrada.

- ¿Mantuviste la boca cerrada sobre qué?

- ¿Qué? ¿No puedes entenderlo? Lo sé, Lali - se burló - Puedes olvidar la lealtad. Ya lo arruinaste. Y no eres nada sin mí.

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