Resaca

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Perdón por desaparecerme, el trabajo me absorbe la mayor parte del tiempo

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Abro los ojos y siento un fuerte dolor de cabeza.

-Maldita sea. -digo cubriéndome con una almohada. - ¿Por qué bebí tanto? -mi teléfono suena y atiendo.

Mamá...
-Daria, hija ¿dónde estás? Te he estado llamando...

-Estoy en casa de...-me quito la almohada y es la habitación de Keila. -De Keila, mamá.

-Son las 2pm, Daria ¿te acabas de levantar? Estabas tomando...

-Tomé, pero cuando llegamos aquí, nos acostamos tarde.

-¿Segura?

-Sabes que no manejaría si estuviese mareada. -suspira. -Mamá, no te preocupes...

-Eres mi hija ¿cómo no quieres que me preocupe?

-Sí, lo sé, pero estoy bien, lo juro. -suspira de nuevo. -No te preocupes mamá, iré dentro de unas horas a la casa. Te amo.

-Te amo. -tranca.

-Me enfrentaré a la furia de Satán cuando llegue. -digo para mí y me cubro la cabeza.

-¿Aún sigues durmiendo? -dice Keila y la miro.

-Cállate, babosa. -se ríe. -Me estoy muriendo.

-Lo noto, pero me alegra.

-Disfrutas del dolor ajeno. -se sienta.

-Tú jefe llamó. -la miro alarmada y se ríe.

-Babosa. -la golpeo con la almohada.

-Si llamó. -me cubro la cara.

-Nos va a botar.

-Claro que no, su voz era de resaca. -suspiro. -Dijo que nos quería mañana a las 6am.

-Bien, mañana escucharemos a Satán.

-Posiblemente. -se levanta. -Ven para que comas, hice el desayuno/almuerzo. -me río y me levanto. Entramos a la cocina y me siento, ella me coloca un plato de comida al frente y se sienta. -Ahora, cuéntame sobre el sexy hombre con el que bailabas y besabas. -mis mejillas arden y ella se ríe.

-Es...mierda. -digo al percatarme que no me dijo su nombre.

-¿Qué? ¿Te tocó sin tú consentimiento?

-No es eso, el idiota no me dijo su nombre.

-¿¡Qué!? -dice como si le hubiese contado una tragedia, aunque si la era. - ¿Qué sucedió?

-No lo sé, me despistó y me emborrachó. -ella niega.

-Decepción. -como mientras ella se queja. -No sé cómo...se lo hubieses pedido...hubieses insistido...era lindo, Daria, ¡lindo!

-Quizás lo vea algún día. -me mira.

-¿Vive aquí? -me encojo de hombros y grita frustrada. Me río.

-Cálmate, te va a dar algo. -digo entre risas.

-Si me va a dar. -niego riendo. - ¿Al menos tienes su número?

-No creo que llevara teléfono encima y...-me da un golpecito en la cabeza.

-Dejaste que un sexy hombre se fuera, tengo que enseñarte más cosas. -niego riendo y termino de comer.

-No seas dramática, quizás el destino o algo así nos una y tengamos sexo.

-Espero que sí. -me río. - ¿Besa bien?

Dioses Griegos. La llave de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora