Espero la disfruten, perdón por tardar 😔
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-Aléjate de él…-escucho una voz lejana. –Morirás…
Me despierto y Cerbero, el perro infernal está observándome con sus tres cabezas ladeadas.
-Mierda…-digo y me siento lentamente, no quería asustarlos y que me devoraran. Uno gruñe y los otros siguen mirándome, trago grueso. –Bien…solo…-se acercan y me quedo quieta.
-¿Qué hacen aquí? Saben que no pueden entrar. –dice Hades saliendo del baño, los tres bajan la cabeza sollozando. –Salgan…-ellos salen y respiro hondo. - ¿Estás bien?
-No. -se sienta al lado mío. -Tú…-niego. -Tus perros me iban a comer. –se ríe.
-No te iban a hacer nada, hueles a mí. –se acerca.
-Sí, bueno…uno gruñó…-me hala hacía él. –Además…-me besa.
Me encantaban estos besos repentinos, era adicta a ellos y a él.
-Te prometo que mientras estés conmigo nada te va a suceder. –sonrío. –Ahora ¿quieres ir a comer?
-¿Qué comeremos?
-Pensaba comer algunas almas…-lo miro extrañada y se ríe. –Tengo comida de verdad, ven. –agarro su mano y me levanto para seguirlo, pasamos por el lobby y entramos al comedor.
No era tan grande, tenía una cocina, una barra y una mesa para cuatro personas.
-Pensé que sería inmenso. –me mira y se ríe.
-No suelo comer aquí. –me río y agarra un plato de comida, me lo pasa y él agarra otro.
-¿En dónde comes usualmente?
-Digamos que los únicos dos lugares en el que no mueres de hipotermia es la sala y mi habitación.
-Entonces vamos a la sala. –digo halándolo.
Terminamos de comer y Cerbero se acerca cautelosamente, lo miro.
-No te hará nada.
-Sí, el problema es que soy más fan de los gatos. –se ríe y comienza a olerme, coloca una de sus narices en mi muslo y está fría. Me estremezco y se ríe de nuevo. –No te rías, está fría…-se sube en el sofá y comienza a lamer mi brazo.
-Le caes bien. –intento apartarlo.
-Dile que pare. –digo entre risas. Chifla y se detienen mirándolo.
-Afuera. –salen corriendo efusivamente. –Les caes bien.
-Me alegra haberles caído bien. –sonríe y coloco mi mano en su mejilla. –Nunca me voy a cansar de esto.
-Y yo nunca me voy a cansar de hacer esto. –me besa y caemos acostados.
-Tus ojos lo dicen todo. –digo rozando sus labios.
-No solo mis ojos. –sonrío y me besa.
Al rato me siento y lo veo dormido, sonrío.
Agarro el suéter y me lo coloco, me levanto y me dirijo afuera.
No me había percatado que estaba en un castillo, es bastante lúgubre y observando el cielo que está nublado, le da un toque de terror.
Se ve un ancho lago donde casi me ahogaba, algunas montañas de piedra y el viento frío, me abrazo a mí misma y me acerco a la terraza. En la distancia se puede observar una extraña montaña que está iluminada con fuego, como lava donde se escuchas lamentos y maldiciones.
El ruido de piedras moverse me saca de mis pensamientos, miro hacia abajo y Cerbero está jugando con algo. >>No quiero saber, no quiero saber…<< pienso, parecía una pierna o un brazo, no quise seguir viendo, miro en dirección al lago y hay algo moviéndose, como peces, de un momento a otro Cerbero ladra haciendo que me sobresalte, sale corriendo hacia una figura y se le sube encima de forma juguetona.
Intento ver quién es y al acercarse un poco más me percato que es una de las hermanas gorgonas. Medusa. Aprieto mis manos en la fría piedra de terraza y trago grueso.
Al acercarse un poco más noto que tiene algo en sus ojos, como si fuesen lentos negros, ella alza la vista hacia donde estoy y sonríe.
-¿Se encuentra Hades? -pregunta sonriendo.
-Él…sí, pero está dormido. -se ríe.
-Bueno, en ese caso…-se mueve rápidamente y aparece a un lado mío. - ¿Cómo te llamas? -dicd con curiosidad.
-Daria. –ella sonríe. - ¿Tú eres…?
-Sí, Medusa. –las serpientes en su cabeza serpentean. –No creas todo lo que dicen de mí, solo son… difamaciones como castigo.
-Conozco más o menos tú historia. –ella niega sonriendo.
-No te preocupes. Dime, eres humana ¿cierto?
-¿Se nota mucho? –ella se ríe.
-No es eso, solo que es muy raro…bueno es como una cosa que sucede una vez cada milenio o un milagro…-dice riendo. –Además los muertos no pueden pasar aquí y sería extraño que saliera con un muerto. –me río.
-Ahora entiendo. –se acerca y coloca su mano en mi mejilla, era fría al tacto.
-Lo haces feliz, es la primera vez en mucho tiempo que lo veo feliz. –sonrío.
-Hazle caso, dice la verdad. –dice Hades haciéndome sobresaltar. Se ríen.
-Siempre hace eso. –digo y se acerca pasando su brazo por mis hombros.
-Es divertido hacerlo. –niego y me da un beso en la mejilla.
-Que lindos…-dice Medusa y nos reímos. –Pero a lo que viene fue a decir que tú madre…-me mira. –Está arriba.
-¿Cómo sabes?
-Hablé con Minos, él dijo que no vio a nadie así, lo siento. –niego.
-Está bien. –ella sonríe.
-Bien, me tengo que ir, me esperan. –se va y suspiro.
-Al menos es algo bueno.
-Tengo que decirte dos cosas. –lo miro. –La primera es…-piensa y luego se aclara la garganta. - ¿Recuerdas que yo había dicho que tenías que esperar una semana para irte? –asiento. –No tienes que esperar una semana…-coloca su mano en mi mejilla y me acaricia el labio. –Si quieres te puedes ir ahora, tienes mi permiso.
-¿Quieres que me vaya? -coloco mi mano encima de la suya.
-Es tú decisión, sin embargo debes entender que no dejaré que te vayas tan fácilmente. –mi corazón se acelera rápidamente.
-¿Y si me quiero quedar aquí contigo? ¿Aceptarías? –él sonríe.
-Yo no tengo ningún problema.
-Entonces me quedaré. –digo sonriendo y sonríe ampliamente. - ¿Cuál era la otra cosa?
-Dentro de dos días se hará un banquete en el Olimpo, no sé si esté invitado, pero si lo estoy puedes ir.
-El idiota te asesinará. –él sonríe.
-Tengo mis trucos. –me da un beso. –Así que si quieres ver a tú madre podemos hacerlo.
-Está bien. –me pasa el brazo por los hombros.
-Bien, ahora ven te enseñaré algo genial. –entramos.
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Dioses Griegos. La llave de Pandora
FantasiMi nombre es Daria Mitchell, soy escritora de columnas en el periódico Times York, es aburrido, pero me gusta o eso creo, al menos me da lo suficiente para que mi madre esté feliz, quería algo diferente, pero ella sufre de crisis nerviosa, no podía...