Apolo

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Al abrir una puerta aparecemos en la casa que Keila hizo la fiesta.

-Así que la casa está conectada directamente al Olimpo. –digo y miro a Zeus que sonríe de lado.

-Línea directa. –me río y toma mi mano. –Ven, dejemos por un momento a los tórtolos…

-Pero…

-Prometo que verás a tú amiga, solo que ellos…

-No quiero oír. –se ríe y lo halo. –Vamos. –salimos de la casa. - ¿A dónde vamos?

-A donde tú quieras.

-Bien, conozco un lugar perfecto. –sonríe.

Estamos sentados en la hamburguesería que Keila me trajo.

-Son buenas ¿cierto? –él me mira y niega riendo.

-Lo admito, son buenas. –me río. –Aunque nada se compara al sabor de tus labios. –sonrío, él se acerca para darme un beso y alguien lo empuja.

-¿Así que me terminaste por este imbécil? –era Tim, esto se iba a poner muy feo.

-Vete de aquí. –digo y Zeus sonríe chasqueando la lengua, sí que estaba enojado. El cielo comienza a tronar.

-No me iré…-Zeus respira hondo y se acerca.

-Te daré una oportunidad de irte ahora. –le dice Zeus apretando sus manos fuertemente. Las personas nos miran y suspiro.

-Te crees superior ¿no? –Tim niega riendo. –Te voy a bajar de esa nube en la que estás.

-Espera, Tim. –digo.

-Tú no te metas, Daria. –dice empujándome hacia atrás. >>Idiota…<< pienso.

-Cometiste un error. –dice Zeus esquivando su golpe para luego golpearlo y hacerlo retroceder.

-Mierda, eso debió doler. –murmuro acercándome a Zeus.

-Vas a ver…-dice Tim levantándose.

-Vámonos. –digo. –Será peor…-Zeus me mira, su mirada era fría.

Flashback…

-¿Estás enojado? –le digo a alguien, no logro distinguir su rostro. No dice nada y sonrío. –Ven, te daré amor. –siento que me abraza.

Fin del flashback.

Niego.

-Enserio, vámonos. –miro de reojo a Tim que se está acercando enojado. –Por favor. –digo y él deja escapar un suspiro de frustración, los truenos se vuelven más fuertes y sujeta mi mano bruscamente, salimos y su agarre se vuelve más fuerte.

El cielo está nublado y tormentoso, me detengo bruscamente.

-Espera. –digo y me mira.

-¿Qué? –dice elevando la voz y lo miro seria.

-No me grites. –me mira enojado. –Si estás enojado por lo que Tim dijo yo no tengo la culpa, él…

-No es por lo que él dijo. –dice fríamente.

-Por lo que haya sido yo no tengo la culpa.

-Yo no estoy diciendo que tengas la jodida culpa.

-Tú maldita actitud hacía mí habla por sí sola. –él suspira con frustración pasándose las manos por el cabello. Un rayo cae cerca de un árbol haciéndome sobresaltar. - ¿Te podrías calmar?

-¡No! No puedo calmarme, menos cuando un idiota de mierda empuja frente a mí a la mujer que amo ¿te queda claro? –su respiración era agitada y mi corazón latía fuertemente, casi podía oírlo palpitar.

Dioses Griegos. La llave de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora